Los testimonios de ganaderos navarros sobre ataques de buitres a animales son cada vez más numerosos. El Gobierno de Nafarroa tiene contabilizados unos 40 partes de daños producidos este año por estas aves carroñeras, la mayoría en el Valle de Erronkari. Un ganadero de este valle, concretamente de Uztarrotze, asegura que él y otros vecinos del pueblo han visto este tipo de ataques, y que se vienen produciendo porque «ahora hay muchos buitres y tienen poca comida, ya que desde que surgió la enfermedad de las vacas locas nos prohíben llevar animales muertos a los comederos de buitres, a los muladares».

Hace pocos días un pastor de Lizarraga denunció que el día 1 de este mismo mes un centenar de buitres descuartizaron y se comieron a una oveja y dos corderos que acababa de parir, a menos de kilómetro y medio del pueblo. Este pastor, Mikel Berastegi Senar, fue avisado por un vecino y logró ahuyentar a los carroñeros con toques de claxon y palmadas antes de que causaran más daños en su rebaño de la sierra de Andía. Pasado el susto, interpuso una denuncia ante la Guardia Civil de Altsasu.

Casos similares a éste se vienen produciendo desde hace varios años. «A mí el año pasado me mataron una vaca que estaba pariendo, y también la cría», recuerda el ganadero Fermín Irigarai. Aunque admite que no conoce bien el comportamiento de los buitres, este vecino de Auritz ha escuchado a otros ganaderos que «las picarazas y los cuervos son los primeros que acuden cuando ven algún animal pariendo para picotear por allí lo que pueden, pero los buitres van a por el animal, esté vivo o muerto».

«Se comieron mi vaca»

«A mi vaca le pillaron con media ternera fuera y aún fue un tramo arrastrándose, hasta que se cayó en una regata y allí la mataron, porque no se pudo mover más. Le empezaron a picotear la vulva, luego estiraron de todo lo que iba saliendo y le sacaron la matriz, hasta que la vaca se murió desangrada. Después fueron a por el ternero y también se lo comieron», afirma este ganadero de Auritz.

Su memoria todavía se remonta más atrás, a hace diez años, cuando fueron atacadas vacas suyas y de otros ganaderos del pueblo. «Los buitres bajaron a atacar terneros de tres meses, que estaban bien sanos. Pero las vacas tienen un mecanismo de defensa que consiste en ponerse todas en una bola, y de hecho en aquella ocasión las vacas se pusieron como locas, defendiendo a las crías, y mataron un buitre. Aquel día no había ninguna vaca pariendo ni ningún animal herido ni enfermo. Todos los animales estaban sanos, pero los buitres tenían mucha hambre. Una vaca o una yegua tienen una fuerza tremenda aunque estén pariendo, pero la defensa que tienen en ese momento es casi nula, y los buitres lo aprovechan».

Fermín Irigarai también tiene yeguas y ha comprobado que, junto con las ovejas, son los animales que más ataques sufren en esta zona de Nafarroa. «Una yegua tiene un parto normal. Dos horas después echa la placenta y los buitres bajan a por esa placenta, pero que no se descuide el potro, porque te desaparece. Como esté medio dormido, se lo comen. Eso lo digo yo, porque me ha pasado, y lo puede corroborar cualquier ganadero de esta zona, porque a todos o casi todos nos ha pasado lo mismo», remarca.

Antonio Munilla, portavoz de la asociación ecologista Gurelur, tiene una interpretación de los ataques de buitres muy diferente a la de los ganaderos. Por sus manos han pasado «más de 2.000 buitres» desde el año 1984, lo que avala su gran conocimiento de esta especie.

«Muchos están hablando de este asunto sin tener ni idea ­afirma Munilla­. En primer lugar, hay que aclarar que no ha habido ningún cambio en el comportamiento de los buitres, porque eso no se produce de un año para otro, sino que en todo caso sería consecuencia de una evolución de miles de años. Lo que ha cambiado en unos pocos años son las circunstancias en que se desarrolla el trabajo de los ganaderos en el campo».

«Antes estaban todo el día con el ganado, pero ahora no es así, porque muchos se ven obligados a trabajar también en fábricas. Ahora dejan el ganado en el campo o en el monte y ya no lo vigilan como antes. Además ­añade Munilla­, los ganaderos reciben primas de la Comunidad Europea, cosa que nos parece muy bien, por tenencia de cabezas de ganado. Por tanto, ahora hay mucho más ganado enfermo y viejo en el campo, y lo que hacen los buitres es cumplir su función y comerse estos animales, pero no los que están sanos».

El portavoz de Gurelur admite que «es cierto que nunca ha habido en Navarra tantos buitres como ahora», pero precisa que «no hay demasiados buitres, sino que hay más que hace unos cuantos años».

«Yo he hablado muchas veces con ganaderos, nos han puesto en conocimiento de estos hechos y hemos estado viendo los animales atacados. Lo que he comprobado ­explica­ es que los ganaderos no mienten, pero interpretan lo que ven, y creen que son ataques a animales sanos. El buitre leonado lleva miles de años entre nosotros y se encarga de eliminar los animales muertos, heridos o atrapa- dos. Se ha comprobado científicamente que los buitres atacan y matan animales ya heridos o que han quedado atrapados en agujeros, vallados de alambre de espino, etcétera. Eso ha ocurrido toda la vida, no es algo que haya surgido ahora. Entonces, al haber más buitres y darse esas circunstancias de menor vigilancia del ganado, ocurren estos ataques».

No obstante, deja claro que «un buitre nunca puede matar una oveja sana, porque su cuerpo es de carroñero. Tienen unas garras planas, que son para sujetar la carroña, y tienen un pico grueso y un cuello largo y sin plumas para meterse por las oquedades naturales o por los agujeros que hacen».

El problema, a juicio de este ecologista, es que «ahora muchos animales paren en el monte sin ninguna protección y los buitres acuden a comerse la placenta y al final mueren las crías e incluso las madres, a las que también se comen».

«Es un animal cobarde»

Además, Munilla constata que el buitre «es un animal cobarde», y así lo ha comprobado con los más de 2.000 ejemplares que, según calcula, han pasado por sus manos. Y relata un caso concreto a modo de ejemplo: «A nosotros nos llamaron del ITG del Vacuno de Roncesvalles para decirnos que había un buitre que se había metido en medio de las vacas a atacarlas, y las vacas le dieron tal palizón al buitre que lo dejaron medio muerto. Pero este ejemplar estaba troquelado, es decir, había estado en cautividad y se le habían dirigido sus comportamientos. Era la época en que el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno quería criminalizar a los buitres para que no tuviese importancia que cada año muriesen 800 ejemplares en las centrales eólicas».

También recuerda que aquel ejemplar tenía efectivamente un comportamiento agresivo, y que «atacó desde el suelo a una persona que venía conmigo, cosa que no habían hecho nunca ninguno de los 2.000 buitres que hemos tratado en el centro de atención para animales». Luego, varios biólogos y veterinarios de Gurelur lo pusieron con ovejas viejas que les dan los ganaderos, y esas ovejas «no tuvieron ningún problema para defenderse del buitre».

Munilla acusa al Gobierno de Nafarroa de tener «un inte- rés especial en criminalizar al buitre leonado, para hacer creer a la opinión pública que no importa que mueran cientos de ejemplares en los aerogeneradores». En cualquier caso, señala que los ata- ques de los buitres al ganado suponen «el uno por millón de los accidentes, enfermedades o ataques de perros asilvestrados que sufren los animales en el campo». «Los ganaderos de toda la vida saben que la función que cumple el buitre es insustituible, porque elimina las carroñas de la manera más natural, ecológica y barata que existe, que es comiéndosela», concluye Munilla. -

IRUÑEA