NASTIC 2
ATHLETIC 3
BILBO
Las tardes apacibles no existen si eres seguidor del Athletic. El sufrimiento es algo que se lleva dentro. Aunque parezca increíble y pese a contar con un 0-3 a favor y un jugador más sobre el campo, los rojiblancos terminaron reclamando la hora. El Nástic puso contra las cuerdas a los rojiblancos en un partido en el que el acierto ante la portería de Bizzarri decantó la balanza. Los dos equipos dispusieron de numerosas ocasiones, pero fue el Athletic el que acertó y por eso se acabó llevando el partido.
Tres puntos que llegan en el momento oportuno y deberán de servir como punto de inflexión para encarar los próximos encuentros e ir ganando en tranquilidad y confianza. Enlazar otra victoria contra el Celta en San Mamés serviría para disipar muchas dudas. Además, valdría para demostrar que el Athletic ha encontrado el camino a seguir y no quiere perderse.
Robar el balón arriba
El primer tanto del Athletic nació de un excelente trabajo colectivo y una premisa fundamental como es la de robar el balón arriba. A todos los equipos les cuesta mucho sacar la pelota de atrás y a un recién ascendido como el Nástic, normalmente, mucho más. Los catalanes trataban de volcar su juego por el costado izquierdo y la manera de cortar el paso consistía en presionar a los defensas.Tanto Aduriz, como Garmendia e Iraola se implicaron a la hora de impedir que el Nástic pudiera salir con comodidad. Salvando las distancias, la jugada recordó al Milán de Gullit, Van Basten y compañía, por la forma en la que arrinconaron al Nástic.
Tras conseguir quitarles la pelota, no dudaron en montar un rápido contragolpe que concluyó con un disparo de Iraola que desvió con la mano Matellán. El árbitro señaló penalti. Yeste no flaqueó y transformó con seguridad la pena máxima.
En vez de seguir en la misma línea, el Athletic cometió el error de ir cediendo terreno con el paso de los minutos. El control recayó en el bando local que apretó lo suyo sin obtener resultado. Irurzun y Portillo disfrutaron de ocasiones que no supieron materializar. A su vez, los granotas demostraron que dominan la estrategia y en cada balón parado crearon mucho peligro.
David Cuéllar fue un incordio para la defensa rojiblanca durante todo el partido, logrando marcharse de su marcador en numerosas ocasiones sin que sus centros encontraran rematador. Los ojeadores del conjunto bilbaino deberán seguirle la pista porque si es capaz de completar muchos partidos como el de ayer, es inconcebible que un jugador formado en Lezama no tenga la oportunidad de regresar.
Pero el partido seguía estando abierto. El Athletic contrarestaba el acoso del Nástic con salidas rápidas en las que Aduriz dejó en evidencia a los defensores rivales con su plus de velocidad. Matellán se veía superado y se empeñó en detenerle con continuas faltas. Sin embargo, no fue el central argentino el amonestado sino Ruz. Megía Dávila expulsó al lateral con una tarjeta roja muy rigurosa.
El regalo del colegiado madrileño marcó el devenir del partido puesto que en el minuto siguiente Iraola hizo el 0-2. Aduriz se marchó por velocidad de su marcador y aunque su remate no fue bueno, el rechace lo recogió Iraola, que con sangre fría, envió la pelota dentro.
Al Athletic se le puso todo de cara. Con superioridad tanto en el marcador como en el campo al contar con un jugador más, Gabilondo pudo sentenciar con el tercero antes del descanso, pero su disparo se fue al larguero. Yeste, en cambio, con un toque sutil puso el balón lejos del alcance de Bizzarri nada más comenzar el segundo periodo.
Llega la relajación
Parecía la puntilla definitiva para el Nástic, pero un gol en propia puerta de Sarriegi sirvió para que recuperaran la esperanza. Luis César tiró de Makukula y sus compañeros le buscaron con continuos balones en largo. Así llegó el segundo de los catalanes que aprovecharon la relajación del Athletic. De manera incomprensible, los rojiblancos se esfumaron y
a punto estuvo se costarles el triunfo o por lo menos los tres puntos. Un error
imperdonable, teniendo en cuenta que contaban con viento a favor y que gracias a
la fortuna no tuvo mayores consecuencias.
