OSASUNA 0
RACING 1

IRUÑEA

Sin embargo, sería injusto no reconocer que los locales ayer deberían haber sumado por lo menos un punto y que en la segunda derrota casera de la temporada tuvo mucho que ver la actuación de un colegiado nuevo en la categoría y que parece tener muchas ganas de hacerse notar en aquellos partidos que hasta el momento le ha tocado pitar.

Desde luego en El Sadar dejó una huella imborrable de su nefasto criterio a la hora de enjuiciar jugadas que a la postre se convierten en trascendentales, como es el caso de un penalti. Lo que vio en el salto entre Krutxaga y Zigic sólo él podrá explicarlo, pero su injusta decisión trajo consigo una nefasta cascada de consecuencias, que dieron al traste con un choque que transcurría por los cauces de la normalidad.

Pese a ello, estaríamos haciendo un flaco favor a la verdad si no se reconociera que, independientemente de esta decisiva jugada, Osasuna sigue por la senda del desacierto de cara a puerta, en especial cuando juega en propio feudo. Al menos durante la primera parte y hasta el gol visitante, los de Ziganda lo hicieron todo bien ­tuvieron el partido controlado, triangularon bien y abrieron el juego por bandas­, hasta llegar a los últimos metros.

Ahí los rojillos siguen atascados y no encuentran la fórmula para acabar con ese estreñimiento anotador. Ni Milosevic, ni Webó ­ambos siguen con la pólvora más que humedecida­, ni la solución de urgencia que se fabricó el técnico de Larraintzar al cuarto de hora de la reanudación, dando entrada a Soldado, dieron con la diana racinguista.

Oportunidades fallidas

Y no será porque sus compañeros no les fabricaron oportunidades. Entre Corrales, Delporte y Valdo colgaron nada menos que 22 balones al área, pero los atacantes osasunistas no supieron cómo llevar esas asistencias a las redes de la portería cántabra.

Está claro que el gol se está convirtiendo en una obsesión entre los atacantes rojillos ­hace unos días Ziganda quiso quitar hierro sobre esta circunstancia y descargar de respon- sabilidad a sus delanteros, repartiéndola entre el resto de jugadores­ y ello afecta en su nivel de juego.

Sin ir más lejos, Milosevic, un referente arriba no sólo por su histórico acierto sino por la colaboración que ofrece a la medular, se marchó a casa con las desastrosas cifras de diez balones perdidos y ni uno solo recuperado. Webó no le fue a la zaga, ya que sumó parecidos números negativos, con siete pérdidas del esférico.

No tendrá muchas oportunidades Osasuna de afrontar con mayores garantías un partido en el que consolidar la racha de buenos resultados que llevaba acumulada, tras reaccionar después de la derrota en el Camp Nou.

El Racing no sólo no dio muestras de variar su pésimo nivel de juego de comienzo de temporada, sino que ofreció bastantes facilidades en todas sus líneas que no fueron aprovechadas por la falta de pegada local. Sólo en los minutos finales, cuando los rojillos esta- ban abatidos y volcados sobre el arco de Toño, Zigic dispuso de dos oportunidades a añadir a la inexistente pena máxima.

Una jugada que golpeó fuerte en el bajo vientre osasunista, después de que hasta que se produjera fueran los propietarios del terreno de juego los dueños y señores del envite con varias ocasiones de gol, especialmente una de Josetxo en el minuto 19 y otra de Milosevic en el 46, que hubieran virado en redondo el devenir del encuentro.

La incógnita radica ahora en saber si esta sequía goleadora, que nunca viene bien, pero menos todavía cuando hay dos partidos por semana, se va a convertir en un problema endémico o es algo circunstancial. La visita del Heerenveen, en el primer choque de la liguilla de la Copa de la UEFA, nos sacará de dudas sobre si la tendencia se mantendrá o dará un giro positivo.