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Gara > Idatzia > Kirolak > FUTBOL 2006-10-16
- La Real sumo su quinta derrota consecutiva tras jugar con diez desde el minuto 30 por una expulsion injusta -
El proyecto de Bakero pende de un hilo
·Anoeta no perdonó el cambio de Garitano por Kovacevic tras condicionar Ramírez Domínguez todo el partido

REAL SOCIEDAD 1
REAL ZARAGOZA 3

DONOSTIA

El proyecto de Bakero pende de un filo hilo, probablemente del resultado del domingo en Mallorca si el Consejo aguanta la presión y no le destituye antes, por la racha de cinco derrotas y por ir en contra de la lógica de los realistas. Y casi no tanto por perder con el Zaragoza, un resultado del que los aficionados hubieran culpado al árbitro por cargarse el partido al inventarse la expulsión de Rivas en el minuto 30 y pitar el penalti sancionado a Gerardo, como por retirar a Kovacevic.

Bakero tiene su razón al decir tras el partido que la Real no perdió ayer por ese cambio. La clave fundamental de la derrota fue la actuación de Ramírez Domínguez, que con la expulsión provocó ese cambio. El gran problema del fútbol es que depende de decisiones de árbitros que en demasiados casos no tienen ni el nivel ni un ápice de responsabilidad proporcional a las consecuencias que tienen sus decisiones.

No se puede expulsar a Rivas por una acción en la que no toca al rival. No se puede ver lo que no es y no se puede sancionar lo que no se ve con claridad. Y eso no es un error. Es una irresponsabilidad. Y esa decisión decisiva unida a un penalti más que dudoso, destrozó a la Real y desquició a Bakero e invita a pensar que tampoco vio con claridad el penalti pitado a Juanfran sobre Kovacevic.

Ese es un gran problema del fútbol, que asume que algunos inútiles tomen con tanta ligereza sanciones tan trascendentes. Uno ve en el tenis a los jugadores pedir que se rearbitren al momento decisiones arbitrales con la ayuda de la tecnología y eso hace justicia. ¿Por qué no ofrecer al fútbol esa posibilidad de que un equipo tenga tres opciones en cada partido para que los vídeos dejen en evidencia a árbitros de tan poco nivel?

Esas decisiones condicionaron evidentemente el partido, pero lo peor para la Real es que la de Bakero de sustituir a Garitano por Kovacevic las eclipsó de una manera total, hasta el punto de que Anoeta despidió con una gran bronca y una pañolada al entrenador realista cuando se retiró a los vestuarios tras el partido y el árbitro se fue de rositas sin que ningún silbido se dirigiera a él.

Porque lo más grave para la Real ayer no fue perder un partido, sino que ese cambio y la pésima imagen que ofreció el equipo tras él dejan el proyecto de Bakero al borde de su final. Porque la presión sobre el Consejo y la pérdida de confianza lógica de todos los estamentos en el de Goizueta tras cinco derrotas seguidas hacen imposible que Bakero se vuelva a sentarse en el banquillo de Anoeta si la Real no obtiene un resultado positivo en Mallorca. Y son demasiadas las voces que dicen que el Consejo debe irse con él por haberle dado tanta libertad para sentarse en el banquillo y diseñar una plantilla a su gusto con nueve millones gastados en los fichajes de unos jugadores que pueden no gustar al sustituto. Pero todo eso sólo dejaría al club en el borde de la locura.

Ya sin margen de error

Se puede discutir que con Kovacevic la Real también podía haber perdido y que resultaría difícil mantener a Bakero en el banquillo con una derrota en Mallorca, pero es indiscutible que lo sucedido ayer en Anoeta ha reducido de manera radical el margen de error y el crédito y la confianza de todos hacia el técnico porque hay dos jugadores en los que todo Gipuzkoa entiende que son referencias indiscutibles en el equipo y apenas han coincidido en el campo en un puñado de minutos en lo que se lleva de Liga.

Cierto es que salen de lesiones y evidentemente no están en su mejor nivel, pero es obvio que nadie lo está en la Real y lo poco que hicieron en el partido de ayer no hizo más que ratificar que son jugadores indiscutibles para todos. Empezando por sus propios compañeros que se quedaron oscurecidos cuando desapareció el principal recurso que se puede tener cuando falta la confianza y la mayor preocupación que tienen todas las defensas rivales.

Sólo con eso la Real se adelantó con un penalti que no lo pareció en la televisión, pero sí en el campo porque Juanfran movió el brazo lo suficiente para que el gesto de Kovacevic derrumbándose sirviera para dar rienda suelta a la imaginación de Ramírez Domínguez.

Hasta entonces poco se podía cuestionar al planteamiento de Bakero y a la forma de jugar de la Real, con paciencia. Sólo faltaba que el equipo presionara mejor más arriba para recuperar el balón antes. Parecía más adecuado jugar con un 4-1-4-1 para que Mikel Alonso y Aranburu presionaran más arriba a los pivotes zaragocista con el objetivo de recuperar el balón cuando lo tenían los seis jugadores más retrasados y llegar antes arriba, porque a partir de ahí cuando entraban en juego Aimar y D’Alessandro todo eran problemas y Rivas sólo podía detener al primero con faltas. Debió ver la primera tarjeta en el minuto 3 con una falta escalofriante, pero necesitó cinco para que se la mostrara en el 17 y en la única que no hizo en el 30 fue expulsado.

Hasta entonces el Zaragoza acaparaba la posesión de balón, pero sin crear más opciones que un remate de Sergio García de cabeza y un disparo a la media vuelta de Milito tras un saque de falta. El partido tenía el ritmo que podía convenir al cuadro maño, pero la Real no sufría demasiado hasta que llegaron las tres decisiones arbitrales y la de Bakero que condicionaron su desarrollo posterior.

Es cierto que con la confianza tocada por los resultados, decisiones arbitrales tan decisivas son difíciles de encajar. Pero ni la Real ni Bakero debían haber cambiado radicalmente su idea. Bastaba con seguir sin ningún cambio hasta que el partido indicara qué es lo que se podía mejorar en la segunda parte.

Sobró media hora

Pero Bakero decidió dar entrada a Garitano para no perder poder en el centro del campo y le vino a sobrar el jugador que nunca puede sobrar cuando está en condiciones porque al margen de inquietar al rival y ofrecer una referencia vital a su equipo es básico en la defensa y el ataque de las jugadas a balón parado. Que Kovacevic hubiera despejado el balón en la jugada del 1-1 y que el 1-2 llegara tras una falta no hacen más que aumentar la sensación de ese error. A partir de ese segundo gol el partido se acabó porque pronto llegó el tercero en una contra llevada magistralmente por Aimar que arrancó en un falta realista. El Zaragoza hizo lo que quiso, que por suerte no fue hacer leña del árbol caído. Pero lo más triste es que lo único que quiso la Real fue terminar la tortura cuanto antes porque por mucho que se buscó impedir que el centro del campo fuera del rival con el dichoso cambio, lo fue siempre con una impotencia exagerada pata recuperar cualquier balón.

Por eso lo peor del cambio no fue que no aportó nada positivo, sino que además redujo el crédito de una persona que ha tenido muchísimo apoyo de su plantilla y de su Consejo. Pocos habrán tenido tanta confianza. Y lo peor para un entrenador no es que la grada deje de confiar en él, sino que los que mandan de verdad, los que están por debajo y por encima, duden de que esté capacitado para obrar la reacción.



Apuntes
Mañana de charlas y recuperación en Zubieta

Los jugadores blanquiazules están citados hoy en Zubieta a las diez para realizar la habitual sesión post-partido en el que tendrá más importancia que nunca la charla que puedan mantener los técnicos con los jugadores en la crítica situación actual. Mañana habrá descanso y el miércoles sesión doble.

Desde el último ascenso no hay una racha igual

La Real no encajaba cinco derrotas seguidas en Primera desde su último descenso de la temporada 61-62, cuando perdió de forma continuada ante Sevilla (3-0), Tenerife (0-1), Barcelona (5-0), Athletic (0-2) y Madrid (1-0). El récord negativo en una misma temporada es de siete en el final de la 34-35.


 
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