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Gara > Idatzia > Mundua 2006-10-17
Laia ALTARRIBA ¡ PIGULLEM
La sombra de ZP en Catalunya
La campaña electoral ha comenzado en Catalunya. El líder de CiU Artur Mas comenzó con un golpe de efecto. Se ha comprometido a no pactar con el PP y a no presidir la Generalitat si no gana las elecciones. Las encuestas le favorecen pero el candidato del PSC, José Montilla, le sigue muy de cerca. ERC podría tener, una vez más, la llave del Gobierno. La autora de este artículo opina sobre los probables pactos después del 1 de noviembre.

Las encuestas que hemos conocido los últimos días sobre la intención de voto en las elecciones catalanas apuntan que Artur Mas podría ser el vencedor en los comicios del 1 de noviembre. La diferencia entre los convergentes y el partido de Montilla será clave para la configuración del futuro Gobierno.

Las posibilidades que se barajan vienen encabezadas por la denominada sociovergencia, que se podría concretar en un pacto a la alemana o, más probable, en un Gobierno de CiU en solitario con el apoyo parlamentario del PSC.

Otra de las posibilidades sería la repetición del tripartito, acuerdo defendido principalmente por ICV, mientras ERC vuelve a situarse en la equidistancia. En último término se perfila un pacto nacionalista entre los convergentes y los republicanos, aunque los primeros no tienen ningunas ganas de compartir Gobierno con ERC. El partido que queda fuera de todas la quinielas es el PP, a quien en Catalunya nadie desea como compañero de viaje.

El pacto de la Moncloa

Hace pocos años habría parecido inaudita la sociovergencia de la que ahora tanto se habla. Algunos elementos que explican que no sea ninguna fantasía son el peso decisivo que ha ganado el sector más ligado al aparato estatal dentro del PSC en los últimos años, la molestia que supone para José Luis Rodríguez Zapatero que su partido pacte en Catalunya con ERC y las ansias del partido de Artur Mas de volver a la Generalitat a cualquier precio.

En Catalunya, ERC y el PSC se hubieran podido entender ­como ya se entienden en muchos municipios desde hace años, por ejemplo en Barcelona­ sin muchos problemas, pero la sumisión del PSC al PSOE ha agudizado sus desencuentros y ha impedido terminar el mandato al tripartito.

ERC ha sido un socio de Gobierno demasiado incómodo para Zapatero frente a una parte importante de su electorado. La reunión de Carod-Rovira con dirigentes de ETA y el acoso mediático que ha sufrido el PSOE en el Estado español por sus relaciones con un partido que se presenta como independentista parece que no interesaban a Zapatero para su estabilidad. Un socio en Madrid como Convergencia le podría dar mucha más tranquilidad, como ya sucedió en tiempos de Felipe González, y no le desgastaría tanto como ERC. La oportunidad se le presentó a Zapatero con el Estatut: ofrecer un pacto a CiU para dejar al partido de Carod al margen ­y recortar los artículos que le eran más molestos­, y también apartar a un Pasqual Maragall poco controlable desde Madrid. Y Artur Mas no dudó en romper la unidad que habían mantenido hasta el momento las fuerzas catalanas en defensa del Estatut salido del Parlament de Catalunya y encajar su mano con el presidente español.

Dentro de este razonamiento también se explica que Maragall haya sido sustituido por Montilla. Un candidato con poco carisma puede facilitar a CiU su regreso a los despachos de la Generalitat y Zapatero gana el apoyo desde Catalunya de un socio más cómodo.

Después de 25 años de gobierno convergente, una parte importante de la sociedad catalana recibía en diciembre de 2003 el cambio con ilusión. El Pacto del Tinell firmado el 14 de diciembre por Maragall, Carod-Rovira y Saura prometía políticas de izquierdas y catalanistas. Pero en los 34 meses que han pasado desde entonces la ilusión se ha transformado para muchos en desesperanza. Los motivos: los desacuerdos entre los socios de Gobierno, la aprobación de un Estatut recortado en Madrid y la incapacidad de llevar adelante políticas transformadoras.

La desmotivación con respecto al Estatut se reflejó en que la mitad del electorado no acudió a las urnas el pasado junio. Y muchos de los que votaron afirmativamente lo hicieron condicionados por el acoso del PP, las vacilaciones de la dirección de ERC, la potente campaña mediática de sus defensores y la incapacidad de la izquierda independentista para hacer llegar los motivos de su oposición a la población.

Respecto a los logros sociales del tripartito, demasiadas actuaciones los ponen en duda: el ininterrumpido cierre de fábricas que han trasladado su producción a otros países, la represión policial usada contra protestas de inmigrantes, un pacto por la educación que consolida la potente red de escuelas concertadas financiadas con dinero público ­muchas de ellas vinculadas a la Iglesia­ o la continuación de grandes proyectos de infraestructuras como el TAV o las líneas de alta tensión que denuncian los ecologistas desde hace años.

A pesar de que algunas de estas cuestiones han desilusionado a parte del electorado, es posible que la reflexión del «mal menor» termine arrastrando a muchos a la urnas, sobre todo frente a la falta de alternativas electorales rupturistas, ya que la izquierda independentista aún no tiene capacidad para afrontar este reto.

Todo por los medios

Más allá de las actuaciones de unos y otros en sus años de Gobierno, las elecciones se están jugando en el terreno mediático. Empezaron Mas y Montilla como si fuera una tómbola, prometiendo cada uno un compromiso más suculento que el anterior: pagar la mitad del alquiler a las parejas jóvenes, audífonos gratis, revisiones odontológicas gratis, desgravación en los impuestos por aprender inglés...

El último capítulo mediático ha sido la edición de un millón de DVD a través del cual Convergència critica la gestión del tripartito. Se empezaron a repartir las copias el pasado fin de semana, y el resto de partidos se ha indignado porque consideran que el DVD recurre a la mentira, a la manipulación y al juego sucio.

Mientras tanto, miles de jóvenes han salido a la calle para reivindicar una política de vivienda que afrente los problemas para encontrar un piso de compra o alquiler asequible, pero ningún partido se atreve a proponer ninguna solución estructural a una de las principales preocupaciones de la población catalana.

El Estatut cerrado en falso

Uno de los principales temas en la campaña de 2003 fue la necesidad de conseguir mayor cuota de autogobierno para Catalunya. Aprobado el Estatut, la reivindicación nacional ha quedado relegada en esta campaña, y ni tan siquiera ERC le da centralidad a esta cuestión. Pero posiblemente, gobierne quien gobierne, la reivindicación del derecho a decidir, del derecho a la autodeterminación, volverá a aparecer cuando la ciudadanía se harte de tener que negociar todas las cuestiones con Madrid y se evidencie que el tema se cerró en falso a pesar del éxito inmediato que logró ZP el pasado junio. -


 
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