Anoche hizo un año de la revuelta en el barrio marginal Clichy-sous-Bois, en las afueras de París. Dos adolescentes que huían de la Policía murieron electrocutados. Aquel accidente encendió la mecha de una revuelta callejera que en pocos días se extendió a casi todos los núcleos urbanos del Estado francés. Los sectores pobres y marginados de la sociedad francesa aprovecharon el gran eco mediático que tuvieron los disturbios callejeros para hacer visible la discriminación que sufren. La Policía intentó reprimir los disturbios pero el clima de levantamiento popular impregnó a cada vez más barrios.
Ante la imposibilidad de contener la revuelta, el Gobierno francés decretó el estado de emergencia. En tres semanas se realizaron 6.000 detenciones y se quemaron 10.000 vehículos y 200 edificios.
Sin embargo, tuvo que reconocer que aquel brote de violencia no eran simples actos de vandalismo sino que tenía sus razones. Reconocieron que habían desatendido a estos sectores, en su mayoría jóvenes inmigrantes o franceses hijos de inmigrantes que sufrían la discriminación del sistema.
Ha pasado un año desde entonces y, sin embargo, un informe de la Policía francesa admitía esta semana que los problemas que causaron aquel levantamiento popular continúan existiendo, y por ello, expresaban su temor a que se volvieran a repetir los disturbios. Algunos incidentes y quemas de autobuses que han tenido lugar esta semana parecían confirmar sus temores.
El Gobierno se mostró indignado ante las críticas de que no ha hecho nada por atajar las causas que provocaron los incidentes. «El Gobierno ha invertido 100 millones de euros para renovar las infraestructuras y las viviendas de esas zonas», se defendió ayer el primer ministro Dominique de Villepin.
Pero esta «acción a largo plazo» no ha dado sus frutos, así que Villepin anunció «sanciones ejemplares», estas sí, corto plazo, contra los responsables de los recientes ataques. «Los culpables sabrán que los perseguiremos, que les entregaremos a la justicia y que serán castigados de manera severa», añadió el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy.
Medios de comunicacion
El papel de los medios de comunicación en la revuelta fue determinante, porque, según criticaron las autoridades francesas, el verse reflejados en una prensa que hasta entonces les había ignorado avivó los disturbios. Por ello, este año televisiones y periódicos han optado por dar una cobertura más contenida de las quemas de automóviles y enfrentamientos policiales de estos días. -
DONOSTIA