Las autoridades científicas de la NASA, la agencia espacial estadounidense, han volcado su atención sobre la radiación cósmica, un peligro que podría amenazar el futuro de los viajes espaciales. El presidente estadounidense, George W. Bush, anunció hace dos años que EEUU volvería a poner un hombre en la Luna al final de la próxima década y que, después, prepararía misiones tripuladas a otros planetas, entre ellos Marte.
Sobre esos planes, la NASA ya ha comenzado a diseñar las futuras naves, y para ello, sus científicos están considerando los peligros que podrían afrontar los astronautas, entre ellos la falta de atención médica, las presiones sicosociales de un viaje que se prolongará años, y la pérdida de masa muscular y ósea como resultado de la ingravidez espacial.
En último lugar figuraba, hasta ahora, el peligro de la radiación de partículas cósmicas que bombardearían la nave espacial más allá de la órbita terrestre.
Sin embargo, un informe del Consejo Nacional de Investigaciones difundido esta semana señala que los científicos de la agencia espacial de EEUU deben apurar los esfuerzos por comprender y proteger a los astronautas de la radiación constituida por los rayos cósmicos y los vientos solares.
Las partículas de esa radiación atraviesan el cuerpo humano y pueden hacer que las células pierdan su funcionamiento normal y la capacidad de curarse por sí mismas, según señaló John Charles, físico experto en viajes espaciales.
INDUCEN EL CANCER
Más peligrosa todavía es la radiación galáctica, una lluvia de iones que se produce con la explosión de supernovas y que se desplazan por el espacio a la velocidad de la luz. Según los científicos, esas partículas inducen el cáncer al atravesar el cuerpo de una persona. En la Tierra, el campo magnético del planeta y la atmósfera bloquean el paso de esas partículas tan nocivas.
En las actuales naves, el escudo protector sólo reduce el peligro entre un 20 y 30%, según Frank Cucinotta, del Proyecto Salud contra la Radiación del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas.
Por ello, «es necesario que tengamos un pleno conocimiento sobre los efectos biológicos de los iones pesados» que forman parte de esa radiación, agrega Cucinotta.
Para ello, la agencia espacial estadounidense anunció el mes pasado la selección de 12 proyectos de investigación para aumentar el conocimiento y reducir el riesgo para los astronautas del futuro. Así, esta semana lanzó la misión Stereo cuyas dos cápsulas, que operaran en órbitas separadas, observarán las turbulencias de partículas de alta energía que ocurren en la corona solar. -