Restos de hasta 3.500 años, en la parroquia de Irura
Arqueólogos de la sociedad Aranzadi, dirigidos por Alfredo Moraza y Nerea Sarasola, han localizado en el subsuelo de la parroquia de San Miguel de Irura una rica secuencia de ocupación, sólo interrumpida en época romana, que va desde la prehistoria hasta el siglo XVIII. Los restos más antiguos corresponden a un posible asentamiento de la Edad del Hierro.
IRURA
Alfredo Moraza dio cuenta ayer de los hallazagos en una rueda de prensa en la que también participó la alcaldesa, Marimi Ugalde. El codirector de la excavación explicó que ésta se ha realizado en el marco de las obras de restauración y recuperación de la iglesia de San Miguel, entre cuyas paredes ha aparecido «una rica y completa» secuencia de ocupación, sólo interrumpida en época romana, que, entre otras cosas, evidencia que en este entorno existía un asentamiento al menos desde hace 3.000 o 3.500 años, en la Edad del Hierro.Los restos más antiguos son unas lascas de sílex, unos pedazos de cerámica y algunos restos de carbón, hallados junto a un muro que parece corresponder a una vivienda de la Edad del Hierro. Moraza hizo notar que el hecho de que esta casa se encuentre situada en un valle y no en la cima de una pequeña colina, como ocurre en los cercanos poblados fortificados de Basagain (Anoeta) o Intxur (Albiztur), supone «una importante novedad, muy interesante de cara a futuras investigaciones».
Tumbas, monedas y campanas El siguiente nivel de antigüedad corresponde a la Edad Media, y en él aparecen una serie de enterramientos en fosas datados entre los siglos XI y XIII.
Sobre estos enterramientos, los arqueólogos han localizado los restos de un templo anterior a la actual iglesia. Asociadas a esa antigua construcción se han descubierto nuevas tumbas bajomedievales (siglos XIII a XV), construidas con lajas, que primitivamente debieron estar fuera del templo, así como algunas monedas de la época.El nivel más moderno excavado corresponde al de la época renacentista en que fue construida la iglesia actual, siglos XVI y XVII, en cuyo suelo se han encontrado más sepulturas, éstas de planta ovalada, excavadas directamente en la arcilla del terreno, y cada una de las cuales contiene varios individuos superpuestos. Una de estas tumbas corresponde a un sacerdote que, al contrario de lo que se hacía con los laicos, fue sepultado hacia el oeste, mirando hacia sus feligreses, con el fin de que les sirviera de guía el día del juicio final. En este nivel también se han localizado los restos de un molde destinado a la fundición de las campanas del templo. Moraza indicó que han podido constatar que el yacimiento no se limita al interior de la iglesia, sino que se extiende por el exterior, por el subsuelo de la plaza del pueblo, aunque de momento los trabajos arqueológicos se han limitado a una pequeña zona intramuros. La primera fase de la investigación, «que ha aportado datos novedosos» destacó Moraza, concluirá esta misma semana, tras lo cual las tumbas quedarán nuevamente cubiertas por la remodelación de la iglesia. La segunda fase tendrá lugar en el laboratorio y se centrará en las piezas recuperadas.
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