Carlos Chivite, secretario general del PSN desplazado de la candidatura a la presidencia de Nafarroa, se descolgaba ayer en “Diario de Navarra” con un denso artículo, tan denso tan denso que a duras penas lograba camuflar la perpetua burla a la voluntad de la ciudadanía de ese herrialde.

Hablaba del cierre del modelo territorial del Estado español y del proceso abierto en Euskal Herria y decía cosas insólitas como que «Navarra ha sido durante los últimos treinta años un modelo de integración pactada en la España constitucional desde el reconocimiento de su especial singularidad y de su identidad, propia y diferenciada». No explica quién pactó con quién y calla sobre la negativa en redondo a someter sus pactos a refrendo popular, claro.

Y en plan de liarlo todo más aún, advierte que «Entre las singularidades de Navarra se encuentra la existencia de una minoría nacionalista vasca, que no toma como referencia su propia comunidad, sino una comunidad vecina. Nunca ha superado el 20% de los votos, pero nadie puede alegar que sea una minoría marginada y nadie puede pretender marginarla». Y a continuación nos mete otro gol:«Eso sí, dejando claro que Navarra no será aquello que los navarros no queramos que sea porque es en nuestras manos en las que está depositado el futuro político, económico y social de la Comunidad foral». Dale Juana con lo de la decisión que niegan de forma sistemática.

Y como no puede justificarse la terca negativa a la consulta popular, Chivite nos habla de las cosas inmutables, como si estuvieran escritas en la noche de los tiempos:«Ahora, otra vez, la posición de Navarra vuelve a ser traída a colación. Hay quienes, por el hecho de que ETA anunciase un alto el fuego permanente, pretenden convertir el proceso para el fin del terrorismo en un proceso constituyente, como si la Constitución y los Estatutos vigentes hubieran dejado de existir y pudieran sentarse nuevas bases, ex novo, para el País Vasco, Navarra y España sin atenerse a un marco aprobado y querido por los españoles, navarros incluidos». Dice que es de siempre y para toda la vida...

Y al final, la perla negra:«Ningún canto de sirena debe confundirnos. Nos conviene a todos delimitar el terreno de juego, lo sensato es hacer como Ulises, atarnos al mástil de la Constitución y del Amejoramiento» O sea, en lugar de tener las manos libres, atarlas. - msoroa@gara.net