BAGDAD
El atentado registrado en el centro de la capital, que costó la vida a 70 personas y heridas a 235, tuvo lugar en una plaza en la que trabajadores jornaleros, en su gran mayoría chiítas, acuden para conseguir algún empleo ocasional.«La explosión ha sido enorme. Es imposible que haya sobrevivido alguien», narraba Jaled Nasser, un trabajador chiíta que pasaba en ese momento, a primera hora de la mañana, cerca de la plaza Tayaran, en el barrio de Roussafa.
Los testimonios hablan de dos explosiones. Las versiones eran contradictorias. Nasser narró que la primera explosión fue provocada por la Policía. «Hubo un incidente entre un coche policial y un BMW. Los policías abrieron fuego y el coche explotó. La gente se refugió junto a un edificio y fue entonces cuando llegó una camioneta y explotó ante todo el mundo».
Esta segunda explosión se escuchó en toda la urbe.
Fuentes policiales aseguraron que «el kamikaze llegó con su camioneta ofreciendo trabajo. La gente se arremolinó junto a la camioneta como abejas. Y entonces explotó».
No es la primera vez en que los autores de este tipo de masacres utilizan este tipo de macabra técnica. La plaza Tayaran ha sido escenario de tres ataques similares desde enero.
Masacres que se están cebando especialmente en las últimas semanas en la población chiíta. mientras persisten los secuestros y ejecuciones, mayormente de sunitas, a cargo de escuadrones de la muerte.
Ayer mismo la Policía anunció el hallazgo sólo en Bagdad de 47 cadáveres. La mayoría de ellos fueron ejecutados a balazos y presentaban signos de haber sido torturados.
Coincidiendo con este atentado, la Policía anunció haber abortado un nuevo atentado con bomba contra el Mausoleo chiíta de Samarra, 125 kilómetros al norte de Bagdad.
«La bomba estaba preparada para provocar una catástrofe», señalaron fuentes policiales, que anunciaron que estalló cuando los artificieron intentaban desactivarla y «sólo causó daños menores».
El Mausoleo de Samarra fue objeto de un atentado con bomba en febrero pasado, lo que provocó una espiral de ataques y venganzas interconfesionales entre sunitas y chiítas. Voces contrarias a la ocupación ofrecieron entonces versiones que apuntaban, si no directamente a su responsabilidad, si a la complicidad por acción o por omisión del Ejército estadounidense y de sus colaboradores nativos en esta acción.
Por otra parte, catorce personas murieron y once resultaron heridas en distintos ataques de la resistencia en varias ciudades en Al Anbar y Diyala. En la «pacificada» Falujah hubo enfrentamientos armados frente la universidad de Al Anbar. En Ramadi la Policía aseguró haber frustrado un ataque-suicida. En Diyala la resistencia atacó con morteros al Ejército iraquí y causó cinco muertos.