Me pregunto si estoy capacitada para aceptar el reto de Ahotsak. Es bastante fuerte.

¿Tengo la paciencia y coherencia necesaria para escuchar a personas, para oír y entender lo que me plantean? Escuchar sin mirar por la ventana o hacer un crucigrama, esconderme detrás de un periódico o cotillear con las personas sentadas a mi lado. Procurar entender, a pesar de quizá no compartir la opinión expresada, procurar saber qué se dice y por qué se dice. Entender su razonamiento. Escuchar con igual intensidad a todas las voces, independientemente de la filosofía de la persona que habla. Escuchar con la idea de entablar una conversación, no perpetuar una serie de monólogos compartimentados. ¿Soy capaz?

¿Tengo la voluntad suficiente para hablar sin sarcasmos, sin insultos, sin manipulaciones, sin ridiculizar y sin descontextualizar? ¿Mi tono es tal que aunque las personas que me escuchen no estén de acuerdo con mis planteamientos respeten mi palabra? ¿Mis planteamientos son lo suficientemente meditados para que, aun sin estar necesariamente de acuerdo conmigo, las personas que me escuchen me entiendan? ¿Tengo acaso algo útil que plantear? No hablar por hablar, sino hablar para aportar. Saber cuándo y cómo hablar, y cuándo cerrar la boca.

¿Soy capaz de discernir entre lo expresado por la multitud de voces aquellos elementos sobre los que debería reconocer que no tengo opinión, no tengo información, no tengo criterio? ¿Me informaré?

¿Soy capaz de dar el paso de admitir que hay criterios que me unen con lo expresado por muchas voces, aunque supone salir del escondite y la seguridad de mi silencio? En absoluto para traicionar mis principios sino para avanzar hacía la plasmación práctica de aquellos de mis principios que resulten compatibles con los de otras muchas personas, quizá con otro nombre, quizá con otro enfoque práctico sobre el que ni siquiera había yo pensado, pero dando un paso hacía delante.

No lo veo nada fácil, pero sí posible. Veo un montón de temas en que el problema de comunicación no se ubica en haber empleado el castellano o el euskera, sino simplemente en que no se han debatido desde la perspectiva de lo común, sino desde trincheras bien definidas en que la Política con P mayúscula ha encarcelado a la política con p minúscula. ¿Somos capaces de escuchar y hablar simplemente como personas?

Me anima el que no estaré sola en mis esfuerzos. ¿Y tú, María? Hay muchas manos tendidas hacia ti. ¿Vienes? -