Han sido tantos los momentos «históricos» que ha vivido este pueblo, y se ha hablado tanto de ellos, que da la impresión de que algunos han perdido la medida de las cosas. Por eso reaccionaron tan tarde ante la posibilidad de apertura de un proceso de diálogo para la superación del conflicto en Euskal Herria. Por eso, siempre a contrapié, se dedicaron a repartir dosis de ilusión gratis, justo cuando la izquierda abertzale empezaba a encender las luces de alarma ante la posibilidad de que el proceso no echara a andar. Por eso, esperando que por una vez los acontecimientos les pillen preparados, se dedican a ejercer de agoreros, vendiendo la piel del proceso antes de cazarlo.
Personajes como ese Txema Montero que ejerce de Rappel para regocijo de la fachenda española más reacia a una solución democrática al conflicto o ese Josu Jon más zapaterista que Zapatero y Rubalcaba juntos, al igual que otros muchos enterradores de «ilusiones», como siempre, se preocupan por cómo se situarán ellos mismos en un escenario o en otro, en lugar de preocuparse por lo que ocurrirá al conjunto de este pueblo en cada uno de los escenarios que pueda abrirse a partir de ahora.
Esa perspectiva que los jeltzales como estructura no aparentan estar dispuestos a abordar, la están asumiendo dis- tintos agentes sociales, en una medida en que seguramente no se había hecho en anteriores procesos negociadores. Señal de que en esta ocasión se percibe que pudiera ser la buena.
Ahotsak, sindicatos, familiares de presos, profesorado... representan a miles y miles de personas que desde su pequeñez ante una empresa tan grande, desde su individualidad ante un proceso que requiere del colectivo, pero desde su voluntad y compromiso, recuerdan a quienes quieren, pueden y deben constituir proceso, que con la pérdida de esta oportunidad, saldríamos perdiendo. Y, ése sí sería un resultado colectivo, generalizado, sin excepciones. Perderíamos todos y todas. Incluidos quienes desde ya se están lavando las manos.
Esa «sociedad civil» tantas veces elogiada y ahora, cuando está activada en favor de hacer esfuerzos y gestos para conseguir la paz y la normalización política, silenciada e incluso boicoteada por los agoreros sólo cuenta con voluntad. Pero es un activo que nadie puede despreciar, y que puede ser una base firme en la que sostener un auténtico proceso de paz. -