Maite Soroa
Del Burgo en su laberinto
Como es público y notorio, el Congreso de los Diputados español no debatió anteayer una moción del PP, que exigía al Gobierno dejar claro que Nafarroa no tiene nada que ver con Euskal Herria (todavía no se han animado a proclamar su esencia ceutí, pero todo se andará), porque Jaime Ignacio del Burgo no compareció a tiempo para defenderla. Se pueden imaginar la cara de panoli que se le quedó a más de uno. Y el editorialista de “Diario de Navarra” acompañaba la cara de panoli con espesas bocanadas del humo de la pipa.Hablaba el editorialista de «la incomprensible ausencia en ese momento del diputado navarro paradójicamente, uno de los que más iniciativas ha tenido» y sentenciaba que «el error fue de bulto, inadmisible, y ayer mismo Del Burgo pidió perdón a toda Navarra por este fallo». Buscaba consuelo el escriba en que «el texto se debatirá el próximo martes como proposición no de ley» sin dejar de expresar su desazón porque «no se pueden desatender de esa manera las propias iniciativas, y a los políticos debe exigírseles presencia y diligencia». De lo que trataba Del Burgo, según su mentor en “Diario de Navarra”, era de «tranquilizar a los navarros y asegurar, con el compromiso del Congreso, que no existe chantaje del terrorismo para manipular el futuro de Navarra». Y es que, «antes de que la Cámara Baja asistiera a este despiste, la ilegalizada Batasuna daba a conocer su posición, algo que es de sobra conocido y que, dentro del llamado ‘proceso de paz’, se ha mantenido en silencio o con medias tintas cuando ha convenido a los radicales. Es decir, después de nueve meses hablando de una paz, cuyo coste ya se intuía, desaparecen los subterfugios y se habla claro: ‘El proceso es impensable sin Navarra’». Algunos van a descubrir el sifón ahora. Y ahora habla de la gran traición:«acceder sería la
claudicación frente al chantaje terrorista de una Navarra que ha sabido darse a
sí misma unas reglas del juego inmersas en el marco constitucional y un régimen
foral singular. Con el rumor de que el proceso está en las últimas, todo apunta
a que el Gobierno ha fiado su éxito al deseo de conseguir el fin del terrorismo,
pero no ha calibrado bien a sus interlocutores, cuyas apetencias nacionalistas
jamás las pondrán en cuestión. Y esas apetencias pasan por Navarra». Tanto
hablar, tanto hablar y luego no son capaces ni de llegar puntuales a defender
sus posiciones. - msoroa@gara.net
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