Una ola gigante tendría hoy el mismo efecto que hace dos años
BANGKOK
La costa del sudoeste de Tailandia y las idílicas islas vecinas, destinos que atraen a millones de turistas, disponen aún de un precario sistema de alerta de tsunami (ola gigante) al cumplirse dos años de la catástrofe que causó cerca de 5.400 muertos en el país.El incompleto sistema de alerta creado por Tailandia consiste en un pequeño centro de comunicaciones situado a las afueras de Bangkok, 90 torretas de avistamiento repartidas por la costa y, desde hace menos de un mes, de una boya que detecta olas de hasta un centímetro de alto. «Una boya no es suficiente, y además está situada muy lejos de la costa», opinó el director del Centro Nacional Tailandés para la Alarma ante Desastres, Smith Thammararoj, a quien las autoridades de Tailandia ignoraron cuando en la mañana del 26 de diciembre de 2004 avisó de que se acercaba un tsunami.
No funcionará
La boya, donada por el Gobierno de EEUU, y otras dos de similares prestaciones eran parte del sistema que los expertos de Tailandia planearon tras el cataclismo, y que en la actualidad está paralizado por la falta de fondos y la burocracia. «Si ocurre algo en aguas frente a la costa del sudoeste de Tailandia, pero lejos de donde se encuentra la boya, la ola gigante alcanzará tierra firme antes de recibir la señal de aviso», advirtió el profesor Thammararoj.Los expertos calculan que, llegado el caso de que se produzca un tsunami en el Mar de Andamán, las autoridades dispondrán de 45 minutos para evacuar a los cientos de miles de personas que habitan en las playas, puertos y pueblos de pescadores de las siete provincias costeras, y en la decena de islas cercanas. Según el reciente informe elaborado por científicos del Instituto de Tecnología de California y de la Universidad del Sur de California (Estados Unidos), la misma falla geológica que causó hace sólo dos años el terrible maremoto y el consiguiente tsunami es potencialmente peligrosa debido, dicen los expertos, a que «aumenta la presión y puede moverse en cualquier momento». Pese a que existe ese riesgo, aquel sistema unificado de alarma de tsunami para los países del Océano Indico, del que tanto hablaron sus gobernantes durante los meses posteriores a la pérdida de 226.408 vidas humanas, según datos de la ONU, sigue siendo un proyecto en el aire. «La Comisión Oceanográfica Intergubernamental de las Naciones Unidas habla a menudo del proyecto, organiza reuniones, pero de éstas no sale nada sólido, en definitiva, no hay resultados», dijo Thammararoj. El maremoto que se produjo el 26 de diciembre de 2004 a causa del seísmo de magnitud 9 en la escala abierta de Richter registrado cerca de la provincia aún indonesia de Aceh, al norte de la isla de Sumatra, cogió a los países bañados por el Indico por sorpresa y faltos de mecanismos de protección. Hoy, cuando todavía muchas miles de familias de los 12 países afectados intentan reconstruir sus vidas, Sri Lanka, donde murieron 31.000 personas, carece de su propio sistema de alarma, mientras que India e Indonesia preparan los suyos con el apoyo de otras naciones. Indonesia, que ha probado un incipiente sistema de alerta que únicamente cubre las zonas de mayor riego de ese archipiélago formado por 17.000 islas, planea tener con la financiación de Alemania 15 boyas y unos cien sismógrafos en 2009. India, por su parte, confía tener listo a finales de 2007 un sistema de alarma de tsunami a lo largo de su costa sudoriental. «No existe una mejor forma de honrar la memoria de aquellos que perecieron que haciendo esfuerzos concretos para mitigar o prevenir que ocurran otros desastres de esa magnitud», indicó el ministro tailandés de Exteriores, Nitya Pibulsonggram.
200.000 familias siguen sin hogar en India
NUEVA DELHI Unas 200.000 familias viven en refugios y soportan duras condiciones de vida dos años después del tsunami que afectó a las costas de India, Sri Lanka y de las islas Andamán. Olas de nueve metros alcanzaron, a 800 kilómetros por hora, las costas del sur de Asia y causaron más de 10.000 muertos en India, 30.000 en Sri Lanka y 1.500 en las Islas Andamán. También dejaron casi dos millones de desplazados y originaron una catástrofe humanitaria aún sin solucionar. Los supervivientes siguen enfrentándose a la falta de viviendas adecuadas y a la recuperación de un modo de vida para seguir adelante. Según datos oficiales indios, en el estado sureño de Tamil Nadu, la zona del país más castigada por el desastre, hacen falta 37.000 casas, y en Nagapattinam, el distrito más afectado, sólo se ha construido un tercio de las viviendas previstas. Las autoridades locales aseguran que una de las razones de los retrasos es que, cuando los técnicos han decidido el lugar idóneo para levantar las viviendas, casi siempre en zonas elevadas, la población prefiere estar cerca del mar, su medio de vida. En los refugios empeoran las condiciones de vida y las ayudas, aunque no dejan de llegar, son cada vez más escasas. «Desde que llegamos hemos sufrido penalidades», señaló Senthil, uno de los refugiados en el distrito tamil de Nagapattinam, donde «durante los últimos meses nos han afectado varias fiebres y cientos de personas han necesitado cuidados médicos», explicó.
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