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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-12-26
Lorena PIDAL ROA | Directora del servicio del Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa
«La esperanza es un estado que, si se buscan recursos y ayuda, se puede recuperar»
Cada día entre 10 y 14 guipuzcoanos marcan los números 900840845 o 943429742 en busca de comprensión, orientación y una escucha sin prisas. La directora del servicio afirma que es una cifra muy alta, porque desde hace 20 años no se ha realizado ninguna campaña de promoción. Ahora están en una fase de renovación, y han entrado nuevos trabajadores. Por eso han vuelto a salir a la calle.

Intentan que la persona que acude al teléfono hable sin prisas, escupa el malestar y ordene el caos interior. Es un servicio anónimo, confidencial, apolítico, aconfesional y gratuito.

­La esperanza es un tema sobre el que se habla, se escribe y se canta continuamente. Pero, ¿cuál es su significado?

Cuando una persona pierde este potente nombre que es la esperanza pierde casi las ganas de vivir. Si, además, tiene una personalidad vulnerable, puede sufrir muchos problemas físicos y sicológicos. La esperanza es transmitir la ilusión, recobrar energía y vivir de manera positiva. Es casi como el aliento hacia la vida.

­Dicen que es lo último que se pierde. ¿Eso significa que si a alguien le sucede, poco o nada puede hacer?

La esperanza es un estado, y en la vida de una persona suele haber fases en las que puede perderse. Creo que si se buscan recursos y ayuda, se puede volver a encontrar. Es la idea que transmitimos desde el teléfono. Día a día nos llaman personas con unos malestares terribles, pero en el fondo quieren encontrar una esperanza, alguien con quien compartir su problema, y el hecho de compartir es reparador en sí mismo.

­También buscarán compañía...

A veces sí, pero más que compañía hemos comprobado que la gente busca comprensión, cercanía, una escucha sin prisas, una voz cálida y amiga, sentirse bien. Algunas personas no pueden contarle a los allegados lo que nos cuentan a nosotros, porque lo han hecho muchas veces y han sido criticados y boicoteados. Al final, piensan, ¿por qué voy a seguir contando mis problemas a la gente allegada, si no me van a comprender? Nuestro teléfono es anónimo y confidencial, no pedimos datos identificatorios y nunca juzgamos.

­¿Qué lugar tiene la esperanza en la sociedad actual? ¿Cuáles son sus amenazas?

Conflictos muy fuertes en la pareja o en la familia, no aceptar la muerte de un ser querido, maltratos, sensación de estrés, competitividad acelerada, un fuerte problema laboral, estar rodeados de toda la tecnología que tenemos y sentirnos solos... Hay numerosas amenazas, especialmente para quien tiene una personalidad vulnerable, porque no todos somos iguales. Si una persona se siente sola, tiene problemas en el entorno y encima es vulnerable, pierde la esperanza con una facilidad tremenda y puede sufrir problemas físicos como úlceras, diarreas y dolores de cabeza, así como depresión y ansiedad. Pero hay que trabajar para despertar la esperanza, aunque cueste muchísimo.

­Al final, es algo que tiene que hacer cada uno, ¿verdad?

Efectivamente, y ser consciente de ello es muy importante. En el Teléfono de la Esperanza, escuchamos, orientamos, comprendemos, pero el problema no es nuestro. Intentamos que la persona hable sin prisas y escupa el malestar. Una vez que ponemos nombre a lo que tiene, estará en disposición de ordenar sus ideas y dar pasos hacia delante. Lo que hacemos nosotros es orientarla en todo el proceso. Generalmente, no nos llaman sólo una vez, porque el proceso suele ser muy largo. La gente nos va llamando para contarnos cómo está progresando y cómo se va liberando.

­Lo que ofrecen ustedes es un recurso social básico.

Nuestro servicio es de primera urgencia, de contención emocional. Sin embargo, además de hablar por teléfono, a veces concertamos entrevistas en la sede, cuando el caso es muy duro y la persona no se va a aliviar por teléfono. Entonces, se le da la oportunidad de romper el anonimato visual y de venir a la sede a mantener una entrevista todavía más larga y tranquila. Para ello, disponemos de un departamento con tres sicólogos, donde se puede hacer una valoración más directa, siempre en menos de cinco sesiones, hasta que la persona se levanta. Nuestro papel es derivar a la sociedad, ser el primer peldaño del proceso de recuperación. En Gipuzkoa, hay numerosos sicólogos privados y, a nivel de siquiatría, está Osakidetza. Lo que pasa es que se necesita tiempo para llegar a reconocer la necesidad de un sicólogo. Es en esa etapa donde ayudamos nosotros.

­¿A qué teléfono se debe llamar para contactar con ustedes?

Hasta enero de 2006 solamente había una línea de pago: 943429742. Aún sigue vigente, pero estamos orgullosos porque hemos logrado una línea gratuita: 900840845. Nuestro máximo objetivo ahora es difundirla, para que cualquier guipuzcoano pueda llamarnos sin ningún coste. Es un reto que hemos podido alcanzar gracias a la Diputación, al Gobierno de Gasteiz y a los ayuntamientos que han apostado por nosotros. Además, a partir de la semana que viene nuestra página web estará operativa: www.telefonodelaesperanzagipuzkoa.org.

­¿Quiénes trabajan en el servicio del teléfono?

Hay una junta directiva, y por debajo de esa junta está el servicio propiamente dicho. Yo soy la directora del servicio y una compañera lo coordina. Por debajo, está el equipo de sicólogos voluntarios y todo el maravilloso equipo de escucha. Estas últimas personas también son voluntarias, y se encargan de hacer un turno de dos o tres horas a la semana. Son personas de cualquier edad y profesión que se han molestado en venir a la sede y hacer un buen curso de preparación. Mensualmente, ofrecemos formación a los trabajadores y abordamos un tema distinto. Por ejemplo, qué hacer con una persona que se quiere suicidar.

­¿Están abiertos para recibir más trabajadores?

Estamos necesitados de personas generosas y solidarias que quieran tener ocupado un rato y empaticen con la filosofía del Teléfono de la Esperanza. Personas lógicas, coherentes y con sentido común que sepan escuchar. Es mejor que tengan una formación social, pero si no la tienen, nosotros se la daremos. Generalmente, realizamos un curso de formación entre febrero y marzo, y otro entre octubre y noviembre.

­¿Cuándo crearon el servicio?

Nuestro teléfono nació en 1987, pero el primero a nivel mundial lo crearon en Inglaterra, en el año 1953. Un pastor decidió difundir pegatinas con su número de teléfono para ayudar a las personas destrozadas por la Segunda Guerra Mundial. Su teléfono se colapsó rápidamente. A partir de ahí, nació el primer Teléfono de la Esperanza mundial y se expandió como la pólvora por toda Europa.

­¿Qué les impulsó a llevar a cabo la iniciativa en Gipuzkoa?

Aunque para 1987 ya había muchos recursos, las personas que no tenían un problema específico y necesitaban ayuda no disponían de ningún servicio de escucha. Si llamas al médico, te da hora. Lo bueno de nuestro teléfono es que puedes llamar cuando tengas la crisis. Nos encantaría que estuviera abierta las 24 horas como en Barcelona y en Madrid, pero por ahora tenemos el siguiente horario: de lunes a viernes de 9.30 a 13.00 y de 16.00 a 21.00; los sábados de 9.30 a 13.00 y de 17.00 a 20.00, y los domingos y festivos, de 17.00 a 20.00. -


 
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