Sabino Cuadra Lasarte - Miembro de la comisión Hilarria
¡Tiempo al tiempo, Yolanda!
La alcaldesa de Iruñea, haciendo uso de su voto de calidad, resolvió el empate técnico que se dio en la votación referente a la reposición de la estela de Germán al lugar donde lo asesinaron, en la Avenida Roncesvalles. Salvo UPN, todos los grupos municipales, incluido su socio en el Gobierno, CDN, votaron a favor de la enmienda de la plataforma Hilarria, formada por miembros de Peñas, amigas y compañeros de Germán. A pesar de ello, la alcaldesa, demócrata donde las haya, con alevosía, premeditación y aprovechando que la enfermedad de un concejal de CDN producía un empate, utilizó su privilegiado voto para echar atrás una moción que tenía tras de sí el apoyo de la mayoría de la corporación.
Yolanda Barcina, esa déspota municipal que se ufana, no tanto de las cosas que hace en positivo, sino de las que prohíbe o destruye (gaztetxe del Jai-Alai, Plaza del Castillo, guerra abierta contra la ikurriña en sanfermines, persecución a los OlentzerosŠ), quiere colgarse una medalla más para poder presumir así en el próximo congreso de su partido de haberse cargado también la estela de Germán. No por algo es hoy, por obra y gracia de Miguel Sanz, la segunda de a bordo de UPN. El cargo obliga.
A nuestra alcaldesa, esa clienta habitual de las rebajas y saldos del servicio de «Sonrisas» de Corporación Dermoestética, la estela de Germán le pone nerviosa. Se le nota en el rictus, en el acartonamiento facial, en la risa floja, en su tono de falsete. Sabe que le quedan pocos días de reinado y le recome los hígados verse de simple jefa de la oposición municipal, sin tener una mala inauguración, club de lo que sea o suntuoso lunch por los que pasear sus encantos e hisopar con sus ji-ji-jis al auditorio de turno. Y por eso, recomidas sus entrañas por todo tipo de acideces y rencores, no duda lo más mínimo en utilizar su voto de calidad, cual si fuera un bate de beisbol, para atentar contra la mayoría real de la corporación municipal. ¡Qué mal perder tiene esta mujer, señor!
Empezando por la Federación de Peñas, siguiendo por todo tipo de asociaciones barriales y culturales, sindicatos y partidos políticos (PSN, Aralar, Iruñea Berria, EA, IUN, Batzarre y ahora también CDN) y contando también con el apoyo de varios cientos de personas destacadas en todos los ámbitos de la vida social de nuestra ciudad (escritores, artistas, periodistas, sindicalistas, feministas, abogados...) la moción que se presentó en el Pleno pretende, sin más, que la estela que hasta la fecha ha permanecido durante veintiocho años en el lugar donde mataron a Germán, vuelva a su lugar.
UPN y su principal ariete municipal, Yolanda Barcina, no sólo se niegan a rescatar del olvido impuesto la memoria de los más de tres mil fusilados y fusiladas navarras, sino que pretende arrasar también con los pocos símbolos que, superando censuras de todo tipo, recuerdan en nuestra ciudad hechos que no son de su agrado. Es el caso de la estela de Germán, cuya mera existencia es un grito en exigencia de justicia por las responsabilidades políticas y materiales del Gobierno de UCD de aquellos años (primo hermano del actual PP-UPN) y su democrática policía. Justicia ante la brutal agresión practicada en los sanfermines de 1978, con la que se buscó desestabilizar y atemorizar a la sociedad navarra, para así me- jor allanar el camino al fraude institucional que mientras tanto estaba cociéndose a sus espaldas.
La alcaldesa de Iruñea, que es una de esas personas que solamente se pone colorada cuando dice la verdad, admitió hace tan solo tres años, en un chat del “Diario de Na-varra”, Boletín Oficial de UPN, que «había un acuerdo del Pleno que la obligaba a mantener la estela en su sitio». Hoy, sin embargo, dice Diego donde ayer dijo digo y afirma que «no ha habido un acuerdo para ponerla, sino que lo hicieron particulares al margen de la voluntad municipal». Y cual maga Chang de todo a cien, pretende hacer desaparecer, por arte de birlibirloque, el Acuerdo del Ayuntamiento de Iruñea, de 18 de mayo del 2000, por el que se aprobó respetar y mantener la estela en su lugar.
Yolanda Barcina y su equipo, haciendo caso omiso de la opinión del autor de la obra, de los comerciantes de la zona y de la propia Caja de Ahorros, patrocinadora del monumento al encierro, han decidido que éste se ubique en el lugar donde mataron a Germán. Se utiliza así éste cual inmensa losa con la que sepultar para siempre un importante episodio de la historia reciente de Iruñea: los sanfermines de 1978. No es la primera vez en la que ocurre algo de esto. En dis- tintas obras realizadas en Iruñea en los últimos años (aparcamiento de la Plaza del Castillo, palacio del Condestable,..) ha sucedido algo similar: por encima de la recuperación de la historia de esta ciudad, se han situado los intereses de cementeras y constructoras locales, amén de la paranoia inauguracional de UPN, ávida siempre de fotos y noticieros.
Al cabo tan solo de tres días de protagonizar esta desvergüenza con la estela, y cual si se tratara de una rememoración del episodio de Herodes y los Santos Inocentes, la alcaldesa ha mandado a sus muni-Rambos a perseguir el Olentzero por los barrios de Iruñea. Con este fin, se han acordonado bajeras, cortado itinerarios y amenazado con cuantiosas multas a participantes y organizadores. Lejos de contentarse con perseguir la memoria de los muertos matados, se acosa también a nuestros vivos imaginarios, como el Olentzero. Todo lo que no encaja en sus monocordes y esperpénticos esquemas es condenado a las galeras del olvido, enterrado en obscuros almacenes municipales, o sometido a los expedientes sancionadores de su siempre atenta y conciliadora policía.
La alcaldesa de Iruñea piensa que con su voto de calidad ha conseguido hacer desaparecer para siempre la estela de Germán y los recuerdos de aquellos sanfermines. Lo tiene claro. Como afirmó el clásico, «los muertos que vos matáis gozan de muy buena salud». Tiempo al tiempo. -
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