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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-12-31
Txusa Etxeandia - En nombre de Gurasoak
Colaboración necesaria

Si existen palabras o conceptos utilizados y manipulados hasta la desvergüenza en este nuevo siglo XXI, éstos son: democracia, justicia, estado de derecho y derechos humanos.

Y precisamente son todos los que más se llenan la boca con estas palabras y los que se rasgan las vestiduras acusando a otros de no respetarlos, los que tienen su gran teatro montado para dotarse de los medios necesarios que les permitan no ya vulnerarlos, sino conseguir con plena consciencia que sean eso, meras palabras que únicamente existen en un diccionario, al que ni siquiera consultan ya, por si les recuerda su significado.

Encontramos en cualquier medio de comunicación declaraciones de periodistas, tertulianos, políticos, obispos, juristas, supuestos intelectuales, personajes o personajillos de cualquier ámbito de la sociedad defendiendo a ultranza la aplicación y defensa de todas ellas.

Eso sí, acusando al contrario de no respetarlos. De encontrarse al margen de los «buenos» con mayúsculas. Ellos, esos «buenos» que intentan mantener esos grandes valores contra esos bárbaros que se mueven en su sociedad. Esos bárbaros que intentan imponer por la fuerza o por otras formas de lo que definen como violencia unas aspiraciones que argumentan es posible defender en el escenario de su teatro sin la menor dificultad. Y es que para demostrar su bondad y su buen hacer, lo mas eficaz es convencer, o por lo menos intentarlo, de lo «malos» que son los de al lado.

Pero mientras Iñaki de Juana se muere. Atado a una cama de un hospital madrileño, por querer conservar su dignidad.

Es una situación sangrante. Serían innumerables e indescripti- bles las vulneraciones de derechos silencia-das, las demostraciones de ausencia absoluta de una verdadera situación democrática o la inexistencia de eso que ellos llaman un estado de derecho.

Pero es que contra los malos, esos malos fa-bricados a conveniencia de los intereses más rastreros y ocultos, vale todo.

Pero algo falla. No encontramos a todos esos buenos que se llenan la boca de palabras vacías sin hacer nada por defender su discurso y evitar tanto sufrimiento. Excepto eso, llenar de párrafos teatrales bien diseñados, emisoras de radio, periódicos, parlamentos, iglesias, comisiones de derechos humanos, discursos de Navidad, oficinas de defensores del pueblo, organizaciones para la consecución de la paz, etc. No les vemos con sus pancartas. Con sus cirios encendidos. Con sus paros de 15 minutos frente a las instituciones que presiden, ante tanta salvajada. Ni siquiera eso.

No se rasgan las vestiduras, porque no pueden ser defensores ni de la dignidad, ni de la vida, ni de los derechos individuales o colectivos de los que ellos han convertido en los malos en su teatro. Y es que, como dicen algunos, «siempre ha habido clases». Y todas las vidas no tienen el mismo valor para ellos. Ni la justicia es igual para todos. Ni los derechos, ya sean humanos o políticos, los pueden ejercer todos por igual en éste su Estado de derecho y su democracia.

El momento de las palabras ha pasado. El del teatro también. Más temprano que tarde subirá el telón y toda la miseria humana que arrastran en su obra quedará al descubierto. Las vidas de muchas personas están en juego. La de Iñaki... las de tantos y tantas vascas que sufren las consecuencias de esos silencios culpables. De esa colaboración necesaria para mantener un nivel de sufrimiento incalculable.

Es el momento de las soluciones. De crear las condiciones necesarias para que palabras como democracia, justicia, estado de derecho y derechos humanos contengan su verdadero significado.

Entre tanto, algunos nos quedamos con otros términos del diccionario como dignidad, valentía, cariño y respeto, que son las que nos sugieren las personas que arriesgan su vida para defenderlas con su verdadero significado. Personas como Iñaki de Juana. -


 
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