MADRID
La potente explosión destrozó el módulo D del aparcamiento de la terminal 4 de Barajas, la más nueva y moderna del aeropuerto madrileño. El edificio y sus inmediaciones quedaron llenos de cascotes y cristales, y muchos de los vehículos aparcados fuera del parking también resultaron afectados. Entre esos escombros buscaban anoche efectivos de la Policía española y los bomberos a los dos desaparecidos.El primero en informar de la posibilidad de fallecidos fue el propio ministro de Interior español, aunque en su comparecencia de las 13.00 Alfredo Pérez Rubalcaba sólo citó a uno de ellos. Horas más tarde se dio a conocer que faltaba también una segunda persona. Se trataría de Diego Armando Estacio Sivisapa y Carlos Alonso Palate, ambos de nacionalidad ecuatoriana. Los dos se encontraban en el aparcamiento de la terminal 4 por el mismo motivo:habían ido a recoger a sendos pasajeros y, mientras esperaban, se quedaron un rato descansando en sus coches. Fueron sus familiares los que avisaron de su desaparición.
El coche-bomba estalló sobre las 9.00, después de que un comunicante alertara hasta en tres ocasiones sobre su colocación. La primera llamada, en la que ofreció datos del vehículo (una furgoneta Renault Trafic de color granate), se recibió en la DYAde Donostia a las 7.55. Sobre las 8.00 fue hecha una segunda llamada al Parque de Bomberos de Madrid, que transmitió la información a la Sala del 091. La tercera fue recibida a las 8.30 en el servicio de emergencias SOS Deiak, en la que el interlocutor confirmó todos los datos anteriores y dijo hablar en nombre de ETA.
Europa Press y Efe informaron de que la persona que dio cuenta de la colocación del coche-bomba advirtió, en la primera de las llamadas telefónicas, que se evitara «cualquier intento por desactivar» el artefacto porque supondría «un grave error» y sería «en vano».
A causa del estallido de la bomba, tres de las cinco plantas con las que cuenta el edificio atacado con capacidad para unos 1.500 vehículos se desplomaron unas sobre otras, «como si fuera un acordeón», según explicaron fuentes del parque de bomberos de Barajas que accedieron al lugar de los hechos. «Recuerda al edificio Windsor o a la ‘zona cero’ de las Torres Gemelas», añadieron gráficamente, al tiempo que apuntaban que la estructura del módulo objeto del atentado (la terminal cuenta con seis edificios destinados a párking) ha quedado gravemente dañada. De hecho, a causa de la deflagración se ha quedado sin pared frontal y sin techo. Se ha derrumbado en gran parte.
La explosión, que hizo que varios de los coches estacionados en este aparcamiento provocaran «pequeñas explosiones e incendios cada cierto tiempo» según manifestaron los bombe- ros, causó una densa y elevada humareda que podía divisarse a una gran distancia. De hecho, horas después de registrarse el atentado aún se podía ver la columna de humo elevarse sobre el aeropuerto.
Un portavoz de Emergencia Madrid informó a Europa Press de que las condiciones en las que se encuentran los restos del párking de la nueva terminal, con gran cantidad de material que se puede desprender, hacen prever que las tareas de desescombro podrían prolongarse durante varios días.
El estallido provocó heridas leves a una veintena de personas, de las que ocho fueron trasladadas a hospitales. A última hora únicamente dos seguían en observación.
Las FSE están analizando las imágenes de las cámaras de seguridad del aeropuerto por orden del juez Santiago Pedraz para intentar conocer cuándo fue colocado el coche-bomba e identificar a los autores.
Fuentes policiales citadas por agencias apuntaron a la posibilidad de que la furgoneta fuera robada en Euskal Herria «hace tres o cuatro días», calcularon que el artefacto contenía unos 200 kilos de explosivo y sugirieron que el tipo de bomba no era habitualmente usado por ETA en los últimos tiempos. No obstante, representantes políticos e institucionales no tienen dudas en achacar la autoría a esta organización.
Si se confirmara este hecho, se trataría de su primer atentado desde que el 22 de marzo pasado anunciara un alto el fuego permanente que entró en vigor dos días después.
MADRID
El caos reinó en el aeropuerto de Barajas durante la mañana de ayer después de las tres llamadas telefónicas que alertaron de la colocación del coche-bomba. El aeropuerto madrileño finalizó sus obras de ampliación, precisamente con la terminal objeto del atentado, este mismo año.
Miembros de la Policía Judicial del aeropuerto comenzaron el desalojo a las ocho de la mañana, nada más ser avisados de la primera llamada a la DYA, y lo hicieron a «viva voz, sin ningún tipo de megafonía», mientras inspeccionaban las instalaciones en busca de la furgoneta-bomba. Las labores de búsqueda comenzaron por el módulo A, y continuaron progresivamente hasta que en el cuarto el D localizaron el vehículo sospechoso a las 8.50, tal y como explicaron las agencias de información.
El Ayuntamiento de Madrid y el Samur-Protección Civil desplegaron inmediatamente numerosos efectivos en la zona para las labores de limpieza y asistencia.
Desalojados a las pistas
Miles de pasajeros esperaron en las pistas del aeropuerto de Barajas en la terminal 4 para ser trasladados a las terminales 1, 2 y 3, para en ellas tomar sus vuelos. Allí fueron atendidos por el personal de AENA y de las compañías aéreas, que les facilitaron mantas. Otros fueron trasladados al centro de la ciudad.
En esas primera horas de la mañana se sucedieron en Barajas imágenes como vuelos cancelados o retrasados, miles de pasajeros que fueron evacuados a las pistas en el momento de la explosión, el aparatoso traslado de viajeros afectados... Un caos que también afectó al equipaje.
A partir de las 13.00 se reanudaron las operaciones en la terminal 4, hasta entonces suspendidas, y reabrieron los viales de acceso a la zona de salida, en los que se formaron grandes atascos de vehículos que pretendían acceder a las instalaciones aéreas creando una latente confusión entre los viajeros.
A las seis y media de la tarde la normalidad en el funcionamiento del aeropuerto de Barajas era ya la nota característica, según informaron fuentes de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). De hecho, para las 17.00 había operados 624 vuelos del total de 1.042 programados para la jornada de ayer; es decir, el 54% de los vuelos de entrada y salida.
No obstante, según informaron fuentes de la compañía Iberia, los vuelos internacionales no recobrarán la completa normalidad hasta pasados tres días.