DONOSTIA

Partícipes de este malestar, un grupo de ciudadanos ha creado la Asociación en Defensa del Patrimonio Cultural de Donostia. Consideran que en las últimas décadas, y especialmente en los últimos años, las autoridades locales no están garantizando su preservación. «La ciudad fue formada desde sus orígenes según un modelo urbano unitario, racional, adaptado al medio físico existente, y de un alto nivel cultural», explicó a GARA Rafael García, presidente provisional de la asociación. Las aportaciones ur- banísticas y arquitectónicas de cada época se realizaron «con el mayor respeto por lo ya existente».

No obstante, desde mediados del pasado siglo, «el continuo deterioro de las cualidades urbanas de la ciudad y la pérdida de gran parte de su patrimonio histórico-artístico han puesto en serio peligro su propia identidad», añadió. Los nuevos barrios son la prueba de ello. En su construcción «se ha fomentado un desarrollo que va eliminando esas cualidades reseñables, incluso en el centro his- tórico. La ausencia de un planeamiento urbano al servicio de la colectividad, la especulación territorial e inmobiliaria, el abandono, la ignorancia, la tecnología mal aplicada, las restauraciones abusivas... son factores que contribuyen a este deterioro», concluyó.

En concreto, García señaló al restaurante construido al lado del Aquarium, en el puerto, como ejemplo de esta incorrecta gestión. «Esta edificación de tres plantas es un ejemplo de lo que consideramos se debe evitar si queremos conservar la integridad del patrimonio arquitectónico y urbanístico de la ciudad», señaló. «Rompe con la rasante del paseo marítimo, lo que afecta al propio monte Urgull y obstruye la vista del mar y del monte. Esto convierte en inútil el reseñable esfuerzo de las autoridades de la época por integrar el edificio del Aquarium en el lugar y resolver la continuidad con el muelle del puerto». El bloque de viviendas levantado hace unos años en la calle Mari, frente al puerto, es otro paradigma: «El derribo de uno de sus edificios característicos y su suplantación por otro estilísticamente muy diferente, que supera en mucho la altura del resto, oculta la vista de la Basílica de Santa María y distorsiona la escala del entorno arquitectónico, altera la integridad estilística y la homogeneidad formal del conjunto neoclásico de la Parte Vieja».

Además de criticar las iniciativas urbanísticas que creen erróneas, la asociación pretende concienciar a la sociedad de la importancia de conservar su patrimonio histórico-cultural. «Estamos constituyendo grupos de trabajo y programando actividades culturales». Además, se proponen crear equipos formados por profesionales de las diversas áreas del patrimonio «que trabajen en la conservación, investigación y difusión, y que asesoren a instituciones y particulares».

La asociación cuenta con un centenar de socios. Sus impulsores insisten en que el grupo está abierto a todo el que quiera implicarse en la defensa por el patrimonio de Donostia. Los interesados en colaborar con la asociación pueden escribir a la dirección de correo electrónico “delpatrimonioyahoo.es”.

Piden que la ciudadania pueda decidir
En Euskal Herria no es frecuente que los ayuntamientos consulten a la población su opinión sobre los proyectos urbanísticos. La nueva asociación donostiarra, sin embargo, menciona el caso de ciudades europeas en las que los ciudadanos, los medios de comunicación y las universidades hacen aportaciones sobre estas actuaciones, lo que repercute en un mayor cuidado del patrimonio. -

Conservar tambien es rentable

DONOSTIA

Hay argumentos de peso para justificar la necesidad de conservar el patrimonio cultural y natural. Sin embargo, para lograr el apoyo institucional, la Asociación en Defensa del Patrimonio Cultural de Donostia echa mano del argumento que a menudo es el único con poder real de convicción: una buena gestión del patrimonio también es económicamente rentable. «La conservación del entorno cultural y natural de una ciudad supone una gran ventaja en su consolidación como destino turístico», sostiene la asociación. «En el marco de una progresiva estandarización cultural y paisajística, la preservación de un entorno con sus hechos diferenciales supone conservar los atractivos para un turismo de calidad que favorecerá el desarrollo sostenible de la ciudad».