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Gara > Idatzia > Mundua 2007-01-08
Daniel GALVALIZI
La liberación del otro testigo secuestrado deja una estela de dudas en Argentina
El militante peronista Luis Gerez fue liberado por sus captores el último viernes del año, tras ser encontrado por tres niñas, mientras deambulaba por la calle, semidesnudo y en estado de shock. Permaneció en cautiverio 48 horas que conmocionaron al país, por tratarse del segundo testigo de cargo contra un acusado de delitos de lesa humanidad desaparecido. ¿Tras ser secuestrado?

El primero fue Jorge Julio López, desaparecido desde septiembre, tras brindar testimonio contra Miguel Etchecolatz, ex comisario general de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura. El testimonio de López fue clave para la condena al represor a prisión perpetua. Poco antes del veredicto, el testigo desapareció en la ciudad de La Plata (al sur de la ciudad de Buenos Aires) y nunca más se volvió a saber de él, a pesar de la campaña mediática del Gobierno y las multitudinarias marchas callejeras.

Sugestivamente, la declaración de Luis Gerez, albañil de oficio y viejo militante peronista, también había sido fundamental para que la Cámara de Diputados decidiera expulsar al legislador Luis Abelardo Patti, ex comisario durante la década de los setenta. El militante barrial, alineado a la corriente partidaria afín al presidente Néstor Kirchner, había atestiguado que Patti fue el autor material de las torturas que sufrió hace más de tres décadas mientras estuvo detenido.

A diferencia del caso de Julio López, Luis Gerez reapareció con vida menos de una hora después de que el presidente, Néstor Kirchner, brindara un mensaje televisivo en cadena nacional en donde acusaba del secuestro a grupos «parapoliciales y paramilitares» interesados en una «amnistía» y en frenar su política favorable a los juicios a los represores.

El Gobierno, desde un primer momento, intentó mostrarse ante la opinión pública como al mando del operativo para rescatar a Gerez, en clara oposición al letargo con el que actuó los días posteriores al secuestro de Julio López. Pero aparentemente, el dominio del Ejecutivo sobre la investigación también llevo a que se desconozca la verdad sobre lo ocurrido, por lo que aumentan en la prensa, la oposición y la sociedad las suspicacias sobre la veracidad del hecho.

A pesar de las versiones que el Gobierno buscó instala en la opinión pública, poca es la certeza sobre los autores del hecho. Kirchner quiere que la investigación se enfoque en el entorno del ex comisario Patti, quien según pretenden, sería el instigador del hecho motivado por venganza.

Sin embargo, hasta el momento los investigadores reconocieron que no tenían pistas fiables sobre los captores. Para la fiscal de la causa, Andrea Palacios, ni siquiera está acreditado que haya sido un secuestro. El título de la causa penal sigue siendo "averiguación de paradero". También fuentes judiciales dejaron trascender que se habría tratado de un grupo de entre tres y seis secuestradores.

En la rueda de prensa que brindó Gerez, dos días después de ser liberado, no se permitieron preguntas y el testigo ocupó buena parte de su breve monólogo a alabar la actuación de los Gobiernos nacional y provincial, sin mención alguna sobre lo que había vivido. Luego de aquel encuentro con los medios, tanto el Ejecutivo como Gerez optaron por un hermetismo casi absoluto.

El discurso de Kirchner, transmitido tan solo un rato antes de que se conociera la noticia de la liberación, también dejó tejer especulaciones. En un principio fue anunciado para las 20 horas, pero a último momento se atrasó 30 minutos. Nunca se explicó por qué. En todo el mensaje no pidió ni una sola vez la liberación explícita del testigo secuestrado. Por ello, muchos se preguntan si el Gobierno de Kirchner tenía conocimiento previo de la situación de Gerez y si decidió abruptamente emitir un comunicado para capitalizar la delicada situación.

A ello se agrega que sorpresivamente la plana mayor del Ejecutivo expresara tan confiadamente que el secuestro tendría un final positivo y que Gerez no tardaría en ser encontrado vivo. Por si fuera poco, la primicia de su reaparición la comunicó el Canal 7, la televisora pública argentina, la cual no se caracteriza por ser una potencia periodística. Inclusive, un reportero de esa emisora estaba en la puerta del domicilio de Gerez entrevistando a su familia cuando recibieron el llamado avisándoles que su ser querido había sido encontrado.

FiltraciÓn de torturas

Tampoco es claro el por qué varios políticos de alto rango dejaron trascender que Gerez había sufrido torturas, como quemaduras de cigarrillo en su cuerpo, el tristemente célebre método del «submarino» o simulacros de fusilamiento (ambos típicos métodos de tormentos aplicados en los campos de concentración durante la última dictadura). La justicia se niega a confirmar tortura, porque solamente constató daños en tobillos y manos del testigo.

Si bien es innegable que las similitudes entre el secuestro de Gerez con el de Julio López son tales que resultan preocupantes, especialmente en un país cuyo pasado fue marcado a fuego por las desapariciones forzosas por motivos políticos, cuesta entender el manejo de la cuestión que hizo el Gobierno. Sus declaraciones apresuradas, la sugestiva anticipación a los hechos y el retaceo de la información una vez liberado el testigo despiertan las dudas sobre si esta historia fue realmente como se la hizo conocer o si se quiso aprovechar un hecho aislado para conseguir rédito político.

«Necesitamos que Gerez nos diga más cosas», dijo públicamente la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, haciéndose eco de una incógnita que comienza a multiplicarse.

Pero Gerez no quiso contar en público nada de lo que vivió durante su cautiverio, y sus allegados de militancia y los funcionarios de Gobierno, alineados estoicamente a Kirchner, bien se ocupan de mantenerlo en secreto. -

BUENOS AIRES


 
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