Izaskun Larreategi Cuadra - Santi Brouard Taldea
Emergente, sandinista, bolivariana: Nicaragua
Una representación del colectivo Santi Brouard Taldea, por amistad solidaria, pudo visitar Nicaragua en calidad de observadora internacional para conocer la recta final de la campaña electoral con los resultados definitivos. Por ello, desde la mayor gratitud, deseamos compartir públicamente nuestras opiniones sobre el proceso político de un país que queremos tanto. De antemano, expresar nuestra inmensa alegría por la impecable victoria alcanzada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en las elecciones del 5 de noviembre de 2.006, para la Presidencia y la Asamblea Nacional de la República.
Encomiable triunfo conseguido en unas condiciones de gran complejidad y dureza. En la actualidad, de los cinco millones y medio de habitantes que debería tener el país centroamericano, un millón y medio de personas pasa hambre todos los días y parecida cantidad de seres humanos se ve, inevitablemente, forzada a la cruel migración por la supervivencia. Estremecedores datos, terribles compañeros de la victoria sandi- nista, que retratan un país devastado con una ciudadanía mayoritariamente dispuesta, en las nuevas condiciones, a desarrollar la capacidad conductora del FSLN. Ese talento sabio y paciente que, formado en las raíces del pueblo, ha logrado ampliar el caudal y la fuerza del movimiento emergente nacido de abajo que protagonizan las mayorías empobrecidas por la autodeterminación, la integración nacional, regional y continental de América Latina.
El FSLN no ha cambiado la bandera. En absoluto. Ha ganado estas elecciones con la enseña rojinegra que tomó de Sandino después de su asesinato en el Campo Larreinaga el 21 de febrero de 1.934. Con ella nació al albor de los sesenta. Atravesó la durísima etapa guerrillera. Condujo la victoriosa insurrección popular. Impulsó la política de alianzas para la formación del Gobierno revolucionario de reconstrucción nacional en 1.979; intentó desarrollar un proyecto de democracia avanzada, emergente, en medio de una guerra provocada y financiada por EEUU; alfabetizó a las mayorías olvidadas por todo el territorio. Conoció a las minorías étnicas y se identificó con ellas. Acompañó a las decenas de miles de jóvenes que pudieron culminar estudios universitarios superiores, por la solidaridad internacionalista, en los años ochenta.
Fue y es brújula, orientación en el camino. Adelante y atrás. Avanzando hasta tomar el cielo por asalto. Promotora de la alianza de los pueblos latinos e indígenas de América y el Caribe, conocida como ALBA. Consecuente delegada de la dignidad nacional de Nicaragua en la Internacional Socialista y en el Movimiento de Países No Alineados. Identifica en la práctica la premo- nición de Carlos Fonseca referida a aquellos seres mezquinos y tristes que cuando las cosas van bien se hacen pipí de euforia, si se tuercen empiezan las críticas y luego maratón. Conoce a fondo la certeza de Sandino sobre quienes llegarán al fin, de ahí su generosidad con la ingratitud y fortaleza ante el abandono.
Serena, digna y responsable, asume sin demora las derrotas, como quedó demostrado cuando a primera hora del día 26 de febrero de 1.990, en memorable comparecencia ante la opinión pública, Daniel Ortega comunicó el reconocimiento por parte del FSLN de los resultados electorales que daban el triunfo a la derecha. Momentos difíciles que pusieron a prueba la capacidad de la dirección sandinista en la gestión de aquella decisiva coyuntura. Así, con inteligencia, valor y dignidad, el FSLN, en circunstancias tan adversas, hizo posible el traspaso de gobierno con la firma, el 27 de marzo de 1.990, del Protocolo de Transición, acuerdo que reconoce la legitimidad de las Fuerzas Armadas y los principios constitucionales.
Era la primera vez en la historia moderna que una organización político-militar revolucionaria, habiendo dirigido una insurrección armada, toma el poder y traspasa el gobierno aceptando el resultado de las urnas. El FSLN asume su responsabilidad con el pueblo. No se esconde. No escapa tras la derrota. Da la cara a pesar de las complejas condiciones en el mundo de aquellos años, marcado por el desmantelamiento de la URSS y el hegemonismo unipolar de EEUU. Enfrenta la nueva etapa, desde la voluntad transformadora que ha caracterizado su trayectoria, lanzando la propuesta de gobernar desde abajo. No se detiene. Promueve la lucha ideológica interna para adecuar y consolidar el proyecto de liberación a las nuevas condiciones nacionales e internacionales. Proceso de clarificación que dirime en sucesivos congresos, necesariamente atravesados por múltiples y desgarradoras contradicciones internas. En su resolución se equivoca y acierta, pero sobre todo actúa con la determinación característica del sandinismo militante.
Entre tanto, la derecha de Nicaragua, tradicional defensora del poder del hombre blanco ayer español, hoy norteamericano, no desperdicia un minuto desde que llega al Gobierno. Su objetivo, destruir el sandinismo. Para ello en sincronía permanente con la embajada de EEUU arremete contra el FSLN como la expresión orgánica que determina su fuerza. En ese empeño alimenta la fantasía de ver descompuestas, rotas y atomizadas sus estructuras. El engreimiento implícito de su clase le hace confundir deseos y realidad. Obsesionada por borrar de la memoria colectiva la capaci- dad y experiencia del FSLN para conducir la lucha por las transformaciones, ignora lo esencial del sandinismo. Desconoce que por naturaleza y vocación es motor de la democracia emergente en Nicaragua y que su fortaleza reside, justamente, en el proyecto liberador acreditado en su bandera, Centro medular de las contradicciones, antes y después de 1.979, antes y después de 1.990, antes y después de 2.006.
El FSLN ha logrado romper la polarización antisandinista del voto. A través de acuerdos convergentes ha conseguido formular una propuesta de gobierno capaz de aglutinar las fuerzas suficientes para consolidar el bloque antioligárquico y antiingerencista que necesita la Nicaragua de nuestros días. Tanto a nivel nacional como continental avanza la confluencia de intereses entre las fuerzas políticas liberales nacionalistas, representantes de los pequeños y medianos productores ninguneados por las corporaciones del capital mundial, y las fuerzas políticas de izquierda que han ganado elecciones con programas que defienden la soberanía nacional. Actualmente, el 70% de la población nicaragüense está gobernada por alcaldías del Frente Sandinista. Dato imprescindible a tener en cuenta para valorar el alcance y perspectiva de la victoria electoral.
El próximo 10 de enero Daniel Ortega asumirá la Presidencia del Gobierno de la República. Enormes desafíos le aguardan para dirigir con éxito las transformaciones radicales que exigen las mayorías empobrecidas de Nicaragua. Esos hombres y mujeres de toda edad que tan exactamente caracterizó el 8 de noviembre en su primer discurso como presidente electo en Managua ante una multitud que escuchaba con gran emoción sus palabras: «Hoy se conmemora el 30 aniversario de la caída en combate de nuestro querido hermano Carlos Fonseca Amador. Carlos, hermano nuestro, aquí está tu pueblo unidoŠ ¡aquí está tu pueblo! El pueblo de Sandino, de Darío, lleno de una enorme fortaleza espiritual, de una gran moral. Un pueblo lleno de esperanzas, un pueblo que nunca se ha rendido ante las mayores dificultades; un pueblo que ha sabido luchar y vencer, un pueblo que decidió el 5 de noviembre de este histórico año 2.006 votar por el trabajo, por la paz y la reconciliación».
Desde Euskal Herria reiteramos nuestra felicitación más sincera al FSLN por esta victoria. En el mismo sentido, expresar el profundo reconocimiento al pueblo heroico de Nicaragua que con enormes sacrificios abre nuevos horizontes al porvenir de la izquierda consecuente en el mundo. -
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