Alfredo Ripstein deja 60 años de legado cinematográfico
Más de seis décadas dedicadas al cine son el legado del productor Alfredo Ripstein, quien falleció la noche del pasado sábado a los 90 años. Un paro respiratorio fulminó en su propia casa al realizador, quien vio crecer y desarrollarse a decenas de cineastas mexicanos desde los años 40 hasta la fecha. Su última producción fue “El crimen del padre Amaro”.
MEXICO
«Seguiré haciendo cine hasta que el cuerpo aguante. Este arte me ha dado muchas satisfacciones como el que mi hijo esté en él, y ahora mis nietos. Todo se lo debo al cine», aseguró el productor nacido en 1916, durante un homenaje que le rindió el Festival de Cine de Guadalajara (México) hace unos años.
Era el único productor activo de su época. «Antes la imagen del productor era determinante, ahora pasó a quinto lugar, pero sin productor no hay película», comentó Alfredo.
Hijo de un comerciante de origen polaco, llegó a la ciudad de México a los cinco años. A pesar de su confesada poca vocación por el estudio, terminó la carrera de contador público y, en calidad de tal, a finales de los años 30 comenzó a trabajar en la Financiera Industrial Cinematográfica de Simon Wishnack. Ocho años y casi 50 filmes después, decidió fundar su propia compañía, Alameda Films SA, para la que trabajaron grandes estrellas, incluido su hijo Arturo Ripstein.
Alejado del medio durante años a consecuencia de un grave accidente, Alfredo Ripstein regresó a la producción en 1993 para realizar filmes de renombre, como “Principio y fin” (de Luis Estrada), “El callejón de los milagros” (Jorge Fons) y su última producción, “El crimen del Padre Amaro”. Dirigida por Carlos Carrera, además de batir récords de asistencia, representó a México en la categoría de mejor película extranjera en la 75 edición de los Oscar.
En el homenaje que se le hizo en Guadalajara en 2003, se le preguntó acerca de la forma tan precaria con la que se hacía cine en México. Alfredo respondió: «De milagro se realiza cine aquí. En mi época se hacían 120 películas, y era la segunda entrada de divisas para México. Ahora se hacen 10 o 12; se debe estimular el cine mexicano porque se está dando a conocer en todas partes».
«La muerte de Alfredo Ripstein es la partida de una generación de productores. Un tipo que no dejó de ser vigente. Fue productor desde los años 40 hasta los dos mil, y nadie puede decir lo mismo», comenta el director José Luis García Agraz.
Ripstein, que tiene registradas en la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas más de cien películas, se caracterizó por producir cintas cuyos textos fueran de reconocidos dramaturgos o escritores. “El crimen del padre Amaro” es una adaptación de la obra de Eça de Queirós, además de invertir en producciones basadas en textos de Gabriel García Márquez, Vicente Leñero, Jorge Ibargüengoitia y Naguib Mahfouz, entre otros.
Arturo: «Papa, te debo mi oficio»
J.J. OLIVARES
MEXICO Acerca de su hijo Arturo, uno de los más prolíficos realizadores contemporáneos de México, Alfredo Ripstein decía: «Lo aprecio, pero tiene mucho qué aprender; como director me gustan mucho sus películas». Mientras, Arturo reviraba: «Papá, te debo mi oficio. Los dos tenemos la enfermedad del cine». Pero todavía se recuerdan más palabras de Arturo para su padre: «Alfredo Ripstein, el productor, me enseñó con su ejemplo que el camino es largo y tortuoso, pero que desgraciadamente es mucho más larga la corrupción mexicana. Alfredo Ripstein, mi papá, no sólo me inculcó el miedo, sino también el coraje. Mi papá lo conoce todo como los viejos coyotes, me inculcó el aterciopelado veneno del cine. Como hijo sólo te puedo decir a ti en público muy bien papá; gracias por llevarme de la mano a los foros, por los cables, verle las piernas a Ninón Sevilla; gracias por haberme enseñado que el mundo sólo puede desentrañarse con las claves del celuloide».
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