Sangriento atentado contra la población chiíta en un mercado popular en Bagdad
Dos coches-bomba explotaron al mediodía de ayer en medio de la multitud en un mercado popular de Bagdad dejando un saldo provisional de 88 muertos y 150 heridos. Las víctimas son mayoritariamente chiítas. Chiíta era la universidad que saltó por los aires hace menos de una semana, en un atentado que dejó un saldo de más de un centenar de muertos. Mientras tanto, EEUU ultima los preparativos para un gran operativo contra el barrio sunita de Azamiya.
BAGDAD
Eran la 12.30 del mediodía en Irak cuando dos coches-bomba explotaron casi simultáneamente en medio de un mercado popular situado junto a la plaza Tahrir, uno de los puntos neurálgicos de la capital, Bagdad.En el mercado de Haraj suelen apostarse numerosos vendedores ambulantes que venden ropa de segunda mano, componentes eléctricos y discos DVD con películas pirateadas. Estaba abarrotado de compradores y curiosos. En un balance provisional, el Ministerio de Interior cifró en 88 las víctimas mortales y en 150 las personas heridas. La Policía asegura que no se trató de un atentado-suicida y que los autores abandonaron los coches llenos de explosivos y los accionaron por control remoto. Una treintena de vehículos resultaron incendiados por la onda expansiva. Las explosiones fueron tan potentes que pudieron oirse desde varios barrios de la capital, donde todos los hospitales fueron declarados en estado de emergencia para albergar a los numerosos heridos. Miembros humanos quedaron esparcidos alrededor de la plaza, mientras que muchos de los cadáveres estaban totalmente carbonizados y era difícil su identificación. El mercado estaba situado en Bab al-Charki, en la ribera oriental del Tigris. Este barrio era hasta hace poco de población mixta, aunque con mayoría sunita. Las operaciones de limpieza étnica desatadas en Irak, y particularmente en Bagdad, durante todo el año pasado han cambiado la configuración de la zona, que ahora es mayoritariamente chiíta. El atentado, en plena conmemoración del duelo de la Ashura en el que millones de chiítas, también en Irak, salen a las calles para recordar el martirio del imam Hussein, se produce seis días después de que otro atentado contra la universidad chiíta de al Mustansariya, en la capital iraquí, dejara un saldo de más de un centenar de muertos, la mayoría estudiantes y profesores.
Cerco a un barrio sunita
El atentado de ayer se produce en plenos preparativos del plan de seguridad «Aplicamos la Ley» en Bagdad, para el que ya están llegando los primeros contingentes de refuerzo estadounidenses. Ayer mismo, tropas ocupantes y colaboracionistas nativas acordonaron el barrio sunita de Azamiya. Fuentes oficiales aseguraron que se trata de una «operación rutinaria» pese al amplio dispositivo de que cercó el barrio, bastión de la resistencia sunita.A última hora de ayer, otras 12 personas murieron en un ataque con bomba y obuses de mortero contra otro mercado, esta vez cerca de Baquba, 80 kilómetros al norte de la capital. Las resistencias ofrecieron el fin de semana un sangriento recibimiento a los 3.200 soldados estadounidenses de refuerzo. 27 de sus compañeros murieron en ataques, 12 de ellos a bordo del Black Hawk derribado.
Sunitas y chiítas, verdugos y/o víctimas
Dabid LAZKANOITURBURU
La espiral de sangre que ha provocado la invasión y ocupación de Irak es de tal magnitud que nunca se insistirá lo bastante en la responsabilidad directa de EEUU y de sus aliados en este drama diario, al que asistimos con una mezcla de justa ira e imperdonable hastío. Tras recordar el tributo en sangre que pagaron el fin de semana los soldados estadounidenses por llevar a un país a la destrucción 27 muertos en dos días, a lo que hay que añadir otro Black Hawk derribado, hay que reseñar que, en la ruleta rusa iraquí, ayer les tocó, mayoritariamente, el turno a los civiles chiítas. Podría parecer que la identificación confesional de estas últimas víctimas obedeciera a preferencias previas o a intereses oscuros. No es esa la intención. Sí la de recordar que la población chiíta ha sido, desde el comienzo de la ocupación, víctima preferente de atentados indiscriminados, que han podido quedar diluidos en el contexto de la resistencia contra la ocupación. No faltan testimonios entre líderes sunitas e incluso entre responsables de su resistencia que lamentan que en su día dejaron que Al Qaeda y las corrientes sunitas más rigoristas impusieran su propia agenda, en la que los «apóstatas» chiítas son sus grandes enemigos. Ello no elude la responsabilidad directa de los principales grupos chiítas que sostienen al Gobierno colaboracionista en la creación de los «escuadrones de la muerte» que practican, con igual saña, una limpieza étnica que está arrinconando a los sunitas en barrios de la capital. Pero imputar a los chiítas todas las culpas es tan ilusorio como pretender que Irak es el Baath iraquí, pasando por alto incluso que el 60% de los iraquíes son chiítas. Otra cosa es que la demonización del chiísmo le venga de perlas a EEUU, que también tiene su propia agenda. Agenda encabezada por Irán.
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