Maite Soroa
Deslegitimar a ZP
La derechona fachendosa se ha lanzado a una carrera desbocada para deslegitimar a ZP y arrebatarle el sillón de La Moncloa. Y para eso no se ahorran ni siquiera el desprestigio de su propio sistema electoral. Por eso insisten, como Enrique Diego en “El Semanal Digital” en que «el Gobierno actual tiene legitimidad de origen, pues fue votado en las urnas, pero nació con una fractura en esa legitimidad por las extraordinarias circunstancias que concurrieron en su acceso al poder. Tiene, pues, una fractura en la legitimidad de origen».Insisten en que «Zapatero y el PSOE no hubieran ganado sin la masacre de Atocha» y remachan una y otra vez que «el atentado y su utilización por Zapatero hacen que el sentido del voto se polarizara. Nadie votó sobre considerar o no matrimonio la coyunda de homosexuales. Ni sobre el modelo de Estado. Ni sobre la negociación con ETA». Ahí quería llegar el columnista. Y es que, después de asentadas las primeras premisas como si fueran la verdad verdadera, dice De Diego que «con tan patético origen, Zapatero se dispuso a borrar las huellas haciendo algo grande: la foto del final de ETA, el abrazo de Vergara con Josu Ternera». ¡Esta sí que es buena! Ya ven como aumenta la agresividad del escribiente a medida que avanza el artículo:«Zapatero ha ido perdiendo, progresivamente, el sentido de la realidad. Ha tensado al límite el Estado de Derecho. Se ha entregado a los nacionalistas. Ha dividido a la socie- dad, que ha resistido corajudamente, como demostrará de nuevo el 3 de febrero en Madrid a las 17 horas». No para el disparatado:«Zapatero ha creído que la
realidad se cambia a base de buenas intenciones y palabrería. Ha permitido el
rearme de ETA, y el surgimiento de una ETA donde se han reforzado los más duros.
Ahora ha puesto en marcha una estrategia de alto peligro. Tras coquetear durante
años con los terroristas, está jugando en su terreno. Pretende promover una
escisión dentro de ETA. No se recata en ensalzar a unos frente a otros, en
destacar las declaraciones de tal o cual, devenidos en hombres de paz. No le arriendo las ganancias. Este hombre es incapaz de aprender de la experiencia y de corregir sus errores (...). Cuando se juega con asesinos no sólo se traspasan todas las líneas rojas que dividen el bien y el mal, también se asumen riesgos elevados». Y haciendo el caldo gordo a la derechona, siempre se pierde. - msoroa@gara.net
|