Iñaki Lekuona
El coito
Me dice muy serio un colega que ha descubierto cuál es el impulso que mueve el mundo. Ni la ambición, ni la avaricia, ni el odio, ni el orgullo, ni el placer, ni la justicia, ni siquiera el tan sobado amor, sino la expectativa del coito, o sea, la esperanza de llegar a él. Y me enumeracoches, casas, peluquerías, ropa, restaurantes, maquillajes, gintonics, fiestas patronales, fútbol, matrimonios, vacacionesŠ todo está concebido dentro de la ecuación expectativa del coito, cuyas tres variables son uno mismo, el prójimo y el espacio-tiempo. Llevo dándole algunas vueltas, cierto es que no muchas, a esto del movimiento pélvico. Y antes de acabar mareado he colegido que esta nueva, si es que es nueva, ley antropológica no es ninguna bobada. Hombre, habrá que preguntar a antropólogos, sociólogos y psicólogos mucho más duchos en la materia que mi colega y que yo mismo, pero por más vueltas que le sigo dando veo esta nueva ley perfecta. Tan perfecta que, como toda ley que se precie, tiene también sus excepciones. Porque, ¿qué mueve a todo un señor Tribunal Supremo a declarar terroristas a unas organizaciones juveniles como Jarrai, Haika y Segi? Desde luego, no la expectativa del coito. He ahí la excepción que confirma la regla. Y hablando de reglas, la que se ha aplicado en este caso es muy diferente a la que se administró al caso GAL, organización que no fue catalogada de terrorista porque como todo el mundo sabe, primero, su creación fue espontánea, como la de los champiñones, o sea que no era una organización sino un ente abstracto que nada tuvo que ver, verbigracia, con los aparatos del Estado, y, segundo, que su objetivo no era sembrar el terror en la sociedad, sino aportar un poco de ritmo al panorama musical de la época, alegrar el cotarro que se dice, tipo Village People. Aunque ahora que lo pienso, quizá la motivación del Tribunal Supremo sí que tenga algo que ver con la expectativa del coito. Porque quizá, y sólo quizá, que para este tipo de análisis escatológicos ya hay eminencias en medios más pres- tigiosos que éste, quizá, decía, lo que ha movido al Supremo no es más que una oscura expectación del coito greco, o sea, el deseo de darle por el sacro a la separación de poderes, a la Justicia, a la Democracia y a los 18,98 procesos que vengan por delante. Tan soez como excepcional es la ley. Hala, a seguir expectantes. -
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