Jon Odriozola - Periodista
Macrovivienda
Inflamados de legítimo orgullo, quisimos mi esposa y yo celebrar la inauguración o «vernissage» disculpen el vanistorio de nuestra vivienda invitando a una pareja correcta. Les mostramos la morada. Una casa sin lujos pero que nuestra anteojera virtual nos impedía afrontar como lo que el realismo socialista demostraba: una conejera que nos tocó en una rifa que sacan por televisión como si te hubiera tocado el «gordo». Lejos de protestar por una vivienda constitucional, imaginamos que vivíamos en Manderley y yo era Lawrence Olivier. Nos pusimos superlativos. Pasad, pasad hice los honores y vayamos con paso quedo, y yo el primero, por la senda constitucional hacia la megacocina que es el sanctasantórum de esta plausible macrovivienda. Yo la llamo os reiréis el «recinto cocineril» o CEC (Cocina Exhibition Center) y mi cónyuge el «perímetro 6’25» pues idea de nuestro cacumen es instalar una canasta donde nuestros futuros hijos de puta, que saldrán comunistas, perdona querida, practiquen baloncesto. Y, si no, espectadores de esa disciplina deportiva. Somos previsores, buenos padres, ¿verdad, pichón? Allá, en lontananza, podéis ver el megapark que hemos improvisado para sus ocios. Pero, por favor, acomódense en ese sofá multiuso mientras saco alguna bebida y unos «manises» para hacer boca(zas) mientras vigilo el súperhorno donde se cocinaŠ algo. Es curioso: ahora que somos «alguien» comemos «algo». Cuando no éramos nadie comíamos nada. Espero que Arturo Pérez Reverte no me plagie esta frase. ¿Cómo? ¡Claro que tenemos pensado redecorar este hábitat natural cada equis tiempo yendo a Ikea! ¿Perdona? Ah, sí, el baño está al fondo yo lo llamo «al fondo hay sitio», no te pierdas, del largo y cálido verano, digo del angosto pasillo, da la luz, o, si no, tendré que hacerte un croquis para que regreses sana y salva a este vivac con chimenea virtual. No, perro no tenemos. Quizá un gato. De momento, la idea me fatiga (la mujer dijo «agota»). Oh, vaya, querida, ¿quieres encender el «macroondas»? Aquí nada es «micro», odiamos la nanotecnología y nos gusta la teratología, somos divertidos. Si lo deseáis quito la megapantalla del macrotelevisor. Es más fructífero pensapienso yo tener y sostener una gran conversación liberal y desprejuiciada. Me gusta lo enorme, lo sideral y el cálculo infinitesimal. Nací poeta. Viva el mal, viva el capital. Pero ¡mecagoendios! ¿a qué coño chamusquina huele aquí? ¡Algo se ha quemado en el macromegamultihorno de los cojones! ¡Vuelvo a mi ser, maldito Dr. Jekyll! ¡Puta realidad, putas ilusiones, puto capital! ¿Qué tal otro trago? -
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