Raimundo Fitero
Apuntes
Isabel Gemio, salió, probó, comprobó que tenía unos resultados suficientemente competitivos y después de un respiro va a seguir. La cadena que la cobija, Antena 3, llama a eso “especiales”, pero se trata de no meter todos los huevos en el mismo cesto. Un poco de prudencia porque no hay nada seguro ya en el mundo televisivo. Los valores suben y bajan a una velocidad vertiginosa. Si casi cada semana se inaugura una televisión local, provincial, comunitaria, privada, institucional, de partido, de club de fútbol o de iglesia, ¿dónde vamos a colocar en el mando a distancia tantas ofertas? La explosión de páginas web en Internet, las posibilidades que tienen los teléfonos móviles de nueva generación, son competidores directos de las televisiones en todas sus tecnologías, TDT, parabólica, cable, y por eso ya existen medidores de audiencia para estas posibilidades. Se trata de saber dónde invertir. Las costumbres y los usos varían y los sistemas de control de la incidencia y de la aceptación masiva de los programas forma parte del propio discurso y de las negociaciones. Las posibilidades de tener canales de la Televisión Digital Terrestre son casi infinitas, los repartos de licencias son acciones políticas, pero al final se poblará tanto el escaner de nuestros aparatos que llegaremos al caos absoluto. La supervivencia será más factible para quienes sepan encontrar su franja de audiencia a la que satisfagan incondicionalmente. Las generalistas cada vez logran éxitos con menos telespectadores en términos absolutos y con porcentajes menores, y la tendencia es a que todavía se fragmente más. Cuando verdaderamente todas las ofertas por todas las pantallas (ordenador, teléfono, televisión) se contabilicen y se midan de manera fiable, se tendrán sorpresas desagradables. El repetir formatos, el proponer una oferta casi única en ciertos segmentos horarios no puede ocasionar nada más que la huida. Por ejemplo, “Buenafuente” parece estar en caída libre. Pero “Eva Hache” no crece a su costa, ¿dónde se van esos telespectadores a esas horas? Pues a la inmensa oferta aparentemente subordinada de asuntos mucho más duros y fuertes de canales pequeños. O a dormir. -
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