Mati Iturralde - Integrante del Ejecutovo de LAB
Estado de Derecho del Enemigo
La justicia espa�ola ha confirmado la prolongaci�n de la venganza contra I�aki de Juana en una especie de comedia que ha precisado del concurso de todo un pleno de un tribunal especial como es la Audiencia Nacional. Una vez m�s, la legalidad vigente de este Estado que padecemos no ha supuesto la m�s m�nima garant�a para un ciudadano vasco sino que, muy por el contrario, ha otorgado el aval judicial al �todo vale� en la represi�n contra el enemigo.
O�das y le�das las distintas reacciones al auto que decide la condena a la muerte sumaria para I�aki, resulta complicado razonar y no caer en la trampa de devolver sus propias aberraciones como si fueran racionamientos.
Desde el ministro de Justicia hasta el jefe de la oposici�n, todos se han felicitado de la eficacia de la se- paraci�n de poderes y de la aplicaci�n de la ley. Veladas cr�ticas pol�ticas mediante, el resultado satisface a unos y a otros por lo visto, mientras un ser humano agoniza maniatado en un hospital madrile�o.
Por supuesto ninguno de ellos ha mencionado que la resoluci�n de la Audiencia Nacional es la aplicaci�n m�s vergonzante del derecho del enemigo, donde se juzga el autor y no los actos cometidos. Desde un poder omn�modo se elimina cualquier posible salida que pueda interpretarse como concesi�n o gesto humanitario y se da un paso m�s en el enfrentamiento, dejando clara la imposibilidad de un acuerdo de convivencia civil.
Este derecho del enemigo es el que inspira al Estado espa�ol, un estado que no ha depurado ninguna de sus instituciones b�sicas del fascismo, del r�gimen militar franquista, ya que nunca ha desechado de su ideario y de su estrategia mantener cautiva y desarmada a la disidencia pol�tica y social.
Una vez m�s, ese Estado se mira al espejo como lo hizo con la guerra sucia del PSOE de Felipe Gonz�lez, o con el desmantelamiento de libertades civiles y pol�ticas que arrastra desde la era Aznar, y advierte que s�lo admite la imposici�n y el uso m�s abusivo del monopolio de la violencia, para conseguirlo por encima de cualquier otra consideraci�n.
En el caso de I�aki, adem�s, el escenario ha sido dise�ado previamente por los medios de comunicaci�n, que han servido para crear personajes que pudieran ser odiados suficientemente por el ciudadano espa�ol medio y as� propiciar su linchamiento social y anestesiar cualquier atisbo de respuesta �tica.
Tambi�n, c�mo no, las asociaciones llamadas de v�ctimas se han prestado una vez m�s a colaborar con el Estado que las alimenta. As�, est�n promoviendo respuestas viscerales en una sociedad embrutecida que s�lo es capaz de asimilar el ansia de venganza, aunque ni siquiera sepa identificar contra qu� ni contra qui�n.
Pero en medio de esta morralla, desde Euskal Herria no podemos olvidar que fue precisamente el Gobierno actual del PSOE quien orden� construir imputaciones judiciales para impedir que I�aki fuera excarcelado tras cumplir su condena. En cualquier sociedad democr�tica actual una afirmaci�n as� remover�a la opini�n p�blica y las propias instituciones del Estado. Pero en Espa�a ha sido tomada con absoluta naturalidad, tal como ha sido admitida la utilizaci�n de la tortura durante d�cadas o lo ha sido la impunidad del terrorismo de Estado.
Est� claro que Zapatero no ha conseguido saciar la bestia de unos poderes f�cticos que siempre quieren m�s, de un PP que s�lo se contentar� volviendo a gobernar con mano de hierro o de una parte de su propia base social que s�lo demanda asimilaci�n y unidad de la patria.
No s�lo no lo ha conseguido no dando ni un s�lo paso en el proceso pol�tico que queremos abrir en Euskal Herria; adem�s, como en el caso de I�aki, ha apostado en sentido contrario y ahora es mucho m�s costoso deshacer lo andado.
Una vez m�s, la sociedad vasca tiene la obligaci�n de exigir que cese la negaci�n de la raz�n y de la vida; una vez m�s, la ciudadan�a de este pa�s se debe sentir interpelada para impedir que ese derecho del enemigo pueda conducir a la muerte a I�aki y a nosotros, vencidos y desarmados, a la desesperanza.
Debemos exigir al Gobierno del PSOE que libere a I�aki, y debemos exigirle que se libere de las cadenas de un pasado que no ha tra�do m�s que sufrimiento y castigo a este pueblo, porque ninguna sociedad libre se construye sobre la aceptaci�n de un estado que aplica la venganza y la imposici�n y que se perpet�a por principios de victoria militar.
La sociedad vasca quiere construir el futuro en paz y lo est� demostrando; pero para ello, es imprescindible que todos, tambi�n I�aki y los cientos de presos y presas pol�ticas, est�n en casa participando, opinando, trabajando. Y esto es algo que la sociedad espa�ola tendr� que entender, mejor pronto que tarde, porque es el �nico futuro en paz imaginable. I�aki tiene que vivir entre nosotros, �es el futuro! -
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