Iñaki de Juana se encuentra atado a una cama en medio de un fuego cruzado triangular. Sufre las consecuencias de la guerra del Estado contra la izquierda abertzale y, además, la batalla que enfrenta a distintas facciones del Estado. Lo extremadamente arriesgado de su situación puede comprobarse leyendo la prensa.

Escribe Federico Jiménez Losantos en “El Mundo” que «al final, los jueces de la Audiencia han acudido al rescate de la Justicia y también de sí mismos, porque si la Audiencia, que sólo existe por la pervivencia del terrorismo etarra, se convierte en una pieza más del proceso de rendición del Gobierno y del Estado ante ETA, sobra la Audiencia Nacional y sobran todos sus magistrados». Frente a este tipo de comentarios ­comunes ayer en los rotativos de la derecha española­, “El País” recordaba en su editorial que no había sido «la Fiscalía del Estado ni el Gobierno, como insistía Rajoy» quién había tomado la decisión de reestudiar la situación del preso, sino un tribunal de la propia Audiencia Nacional (que el diario de Prisa identificaba erróneamente en varias ocasiones como el que dictó la sentencia contra Iñaki de Juana). A continuación, defendía que la posibilidad de aplicarle la «prisión atenuada» era igualmente «factible», y añadía que así habría sido si se hubiese dejado el caso en manos del tribunal en el que estaba, es decir, si no hubiera mediado la «rebelión» de jueces de la que dio cuenta en portada de la víspera. Sin embargo, Tonia Etxarri, en “El Correo”, asegura que «parece difícil, por inexacto y exagerado, hablar de ‘rebelión’ de aquellos jueces que querían impedir la excarcelación o prisión atenuada del preso de ETA. Pero los datos cantan. Los presuntos ‘rebeldes’ (y llamarlos así es una forma poco sutil de presionarlos) han resultado ser la mayoría del plenario de la Audiencia: doce a cuatro».

Si el miércoles no hubo rebelión, al menos si hubo movimientos poco habituales en la Audiencia Nacional para sacar el de- bate de dónde iba a producirse con un resultado y llevarlo a otro marco que lo cambiaba de raíz. Y después de eso, en “La Razón” no tienen ninguna duda de que hay dos tipos de jueces. «Doce jueces justos derrotan el chantaje de De Juana al Estado de Derecho», dejando claro de esta forma que los cuatro jueces que mantuvieron un voto particular no debían de ser tan justos.

Como puede comprobarse, los «doce jueces justos» se han convertido en los nuevos héroes nacionales y, pese a quienes insisten en tratar de distinguir entre la política y los tribunales, diríase que es la Audiencia Nacional quien marca la estrategia del Estado, ante la aquiescencia del Gobierno que «respeta» la «actuación independiente» de la justicia. ¿Independiente? Hay quien cree que no tanto. José Luis Zubizarreta escribe en “El Correo” que los políticos suelen tomar sus decisiones pensando en las consecuencias que pueden acarrear, mientras que los jueces han de limitarse a aplicar la ley. Pero considera que cuando el caso de Iñaki de Juana se empezó a enmarañar con la condena por sus escritos, los jueces pasaron a dictar sentencias pensando en las consecuencias, y «aquellos polvos han traído estos lodos». Concluye que «mal hacen los políticos cuado presionan a los jueces, pero mucho peor hacen éstos cuando, por las razones que sean, se muestran sumisos a las presiones de aquéllos». Entiende Zubizarreta que todo ello perjudica a la credibilidad de los tribunales. Credibilidad escasa, si se atiende al editorial de “Deia” que habla de la sentencia de muerte a Iñaki de Juana o al comentario de Pello Urzelai, en “Berria”, titulado «lógica de la venganza» y que señala que «un tribunal de excepción toma decisiones de excepción».

Lo malo, en el caso de las relaciones de los tribunales españoles con la ciudadanía vasca, es que la excepción se ha convertido en regla. Y con lo ocurrido en estos días en torno a Iñaki de Juana, a la vulneración de las bases de la justicia se suma un grado de crueldad que deja desarmados a quienes hablan de la existencia de un Estado de Derecho. Si alguien creyó que la sacudida que supuso el atentado del 30 de diciembre le daba ventaja para presionar a las bases de la izquierda abertzale e intentar pescar en río revuelto, ya se puede ir olvidando de ello. -