«Una de las alegrías más grandes que he recibido en mi vida» Rajoy dixit. Se refiere al mantenimiento en prisión de Iñaki de Juana. La frase le retrata. Su alegría es la muerte del contrincante. Que la muerte de Iñaki le produzca alegría lo entiendo. Un enemigo menos. Pero es sintomático que sea una de las más grandes de su vida. La grandeza de su alegría es la imagen que refleja el espejo de su pequeñez como hombre. Y es que Mariano es de aquellos pequeños hombrecitos que nos hablara Wilhem Reich en los años cincuenta, poco antes de morir en una cárcel estadounidense, un día antes de apelar su sentencia.
Lo que caracteriza a los pequeños hombrecillos es la sumisión y el resentimiento contra todo individuo libre. Aun encarcelado. También la necesidad de un líder que les evite la dolorosa tarea de pensar. Es la estructura emocional de los fascistas.
«¿Por qué será que, al dibujar una pulga la hacemos mayor que su tamaño natural y, al dibujar un elefante, menor?» se preguntaba Jonathan Swift.
El drama de nuestros pequeños hombrecitos es que a los que consideran sus líderes también les pican las gallinas en el culo. Son igualmente enanos. Y extremadamente feos. Incluso físicamente. No nacieron así, ¡qué va! Su fealdad la han ido construyendo día a día. Como avezados alquimistas, lo bueno que les da la existencia lo convierten, gracias a la gran autoproducción de bilis, en crispación, odio y miseria.
Una pregunta me asalta cuando los veo, ¿tendrán vida sexual? Y, de tenerla, ¿cómo será la de los pequeños Acebes, Bono, Botella, Zaplana, Díez, Alcaraz, San Gil y tantos otros? No digo todos juntos, no. Con sus parejas.
No imagino los escarceos amorosos de Josu Jon ni los preliminares de Balza. ¿Será Gotzone Mora multiorgásmica? ¿Dirá Aznar «mire usted» en el acto? ¿Lo harán? ¿Y la frecuencia? ¿Pensaran en otros cuerpos mientras lo hacen?
Difícil imaginar la sexualidad de los compañeros de Blancanieves al ver tanta prepotencia y amargura. Su sola voz exacerba los espíritus más calmos. Ellos y esa cohorte de servidores del Estado que son periodistas y jueces. Unos claman venganza, otros la aplican. El resto de enanos miran para otro lado. Y ya se sabe que la mirada del enano es corta debido a su estatura.
Recordad, queridos pigmeos, a chandas toca la morcilla. -