Los jóvenes les ponen nerviosos
Maite Soroa
La detención de dieciocho jóvenes abertzales condenados por el Tribunal Supremo español movió ayer a reflexión a los editorialistas de la prensa. Cada uno hizo su particularísimo análisis, claro. De quien quiso ver una provocación a la Ertzaintza a quien percibió una burla al Estado.
El de «Deia» no ocultaba su incomodidad y aseguraba que los de Batasuna no eran ajenos a lo ocurrido: «varios dirigentes que el sábado desfilaban por Bilbao, ayer se unieron a los jóvenes prófugos de Segi para arroparles en una absurda escena propia, quizá, de hace tres décadas pero absolutamente fuera de lugar hoy (...) sólo buscaban poner en aprietos al Gobierno español y a la Ertzaintza». No me digan que no es gracioso: encarcelan a los jóvenes y los que pasan apuros son el Gobierno que guió al fiscal y los policías que les pusieron los grilletes.
«El País» prefería el triunfalismo: «hace algunos años, lo más probable es que esos alevines se hubieran pasado a la clandestinidad para aparecer tiempo después como miembros de algún comando. Ahora esa perspectiva es poco atrayente, sobre todo ante la evidencia de que pronto o tarde todos ellos son detenidos en España o en Francia. Ahora prefieren ir a la cárcel, aunque la forma de optar por ese destino sea la de un desafío publicitario como el de ayer».
Según «El Diario Vasco» la aparición en público de los jóvenes fue una «provocadora escenificación» porque «la burlesca actitud mostrada por el entramado extremista refleja su radical indisposición a asumir las resoluciones que emanan de los tribunales y las normas propias del Estado de Derecho». Pero lo que duele al editorialista de Vocento es que «la izquierda abertzale vuelve a enrocarse en torno a sí misma, a demostrar su innata facilidad para driblar a los poderes del Estado y su habilidad para suscitar la consabida diatriba entre los demócratas».
Y el de Pedro J. se subía por las paredes por el «doble escarnio a la legalidad». Ya ven cómo están en «El Mundo». Y lo que les pone histéricos es convencerse de que «la aparición de estos 18 prófugos supone toda una burla para el ministro del Interior, ya que Rubalcaba anunció que serían detenidos en cuestión `de horas'». Pues digo yo que eso les debería poner contentos a los de la derechora, ¿no? Pues entonces será todo puro teatro.
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