elecciones en estado de excepción
D'Hont y la matemática útil
No hay más «voto útil» que PSOE, PP o PNV. Sólo en Gipuzkoa se suma EA y en Nafarroa, NaBai. El resto de partidos, por mucho que se esfuercen, quedan fuera del reparto de la tarta.
Análisis | Iñaki IRIONDO
Quienes hacen llamamientos al «voto útil» deberán admitir que a partir de ahí la acción ha de estar basada en la razón y no en los sentimientos, por lo que lo que se impone es analizar cuáles son los votos que realmente se van a convertir en escaños y, vistos los partidos que van a obtener representación y en qué territorios, que cada cual actúe en consecuencia ante la urna o sin acercarse a ella.
Si en todas las elecciones son constantes los llamamientos al «voto útil», la características especiales de estos comicios hacen que en este caso estén siendo incesantes. Desde el PSOE se pide la papeleta de todos aquellos que quieran evitar que el PP llegue a La Moncloa, el PNV intenta presentarse como la única fuerza vasca con presencia trascendental en Madrid, y otras candidaturas abertzales intentan reforzar su perfil independentista y de izquierda para atraer a los electores que se han quedado sin una sigla legal tras la proscripción de Batasuna, EHAK y ANV.
Todos estas invitaciones al «voto útil» lo definen como aquel que puede dar lugar a la consecución de un escaño. Es decir, esto ya no es cuestión de corazón o de sentimientos, sino de cerebro y pragmatismo, por lo tanto, hay que dejar a un lado las sensaciones y aplicar la matemática. Dado que la circunscripción electoral es el herrialde, vayamos a hacer un análisis por partes y en orden alfabético.
Araba elige cuatro diputados y en las nueve convocatorias que ha habido desde 1977 el reparto siempre ha sido igual: dos escaños para la primera fuerza, una para la segunda y una para la tercera. Y los tres partidos que se han repartido esos escaños han sido también siempre los mismos: PP (al principio UCD), PSOE y PNV. Un dato más; los jeltzales nunca han sido la candidatura más votada en unas elecciones a Cortes Generales.
Por lo tanto, si está usted censado en Araba y quiere practicar el «voto útil» no puede elegir más que entre PP, PSOE o PNV. Todo lo demás es un voto absolutamente inútil. Atendiendo a los resultados de hace cuatro años y a encuestas solventes, la cuarta fuerza, en este caso Ezker Batua, tendría que duplicar sus apoyos para romper la tradición histórica y hacerse con un escaño. Y ni siquiera consiguiendo ese doble de votos lo tendría asegurado.
Luego, si además de ir a «colocado» quiere apostar a caballo ganador, olvídese del PNV. Si quiere una pista, las encuestas dicen que el PSE le saca más de una cabeza de ventaja al PP.
Bizkaia ha perdido un representante en el Congreso por las correcciones demográficas, por lo que el pastel a repartir es menor, pasando de 9 a 8 escaños. En esas condiciones, la distribución de escaños más probable, casi segura, es de 4 diputados para el PNV, 2 para el PSE y 2 para el PP.
La cuarta fuerza en este caso volvería a ser Ezker Batua. Aunque sus posibilidades son mayores que en Araba, a la vista de los resultados de las últimas elecciones a Cortes y las encuestas actuales sería más probable que el PSE obtuviera un tercer representante -en detrimento del PNV- que la opción de que el candidato de EB llegara al Congreso. Como ocurre en Araba, ni EA ni Aralar tienen posibilidad alguna de convertir sus votos en diputados. De hecho, Aralar queda incluso lejos de alcanzar el 3% mínimo para entrar en el reparto.
Gipuzkoa es la única circunscripción en la que la cuarta fuerza es probable que obtenga representación, como ha ocurrido en las últimas convocatorias. En este herrialde se mantiene una disputa entre PNV y PSE por ser la primera fuerza, pero gane quien gane, al final ambos se llevarán dos escaños cada uno.
Por detrás, el PP obtendría un diputado y EA conseguiría el último. Eso sí, Nekane Altzelai habrá de tener cuidado de que el partido ganador no le triplique en votos. Para ello deberá afianzar el resultado obtenido en 2004, lo que haría prácticamente imposible que EA perdiera su plaza en el Congreso. Alguna encuesta pone en peligro el escaño de EA, pero en el partido ya están acostumbrados a ello.
De nuevo, Ezker Batua se queda como la primera fuerza sin representación institucional y, de nuevo también, sus resultados históricos y las previsiones de las encuestas la sitúan muy lejos de poder tener un escaño. En cuanto a Aralar, aunque en esta ocasión sí supera el mínimo del 3% e incluso lo doblaría según las previsiones, queda como sexta fuerza, muy lejos también de optar a llegar a Madrid. Según la premisa del pragmatismo, ni EB ni Aralar son un voto útil en Gipuzkoa.
Nafarroa tiene en juego cinco escaños y se produce una curiosa paradoja; el mejor resultado de NaBai, el de las pasadas elecciones forales, no haría que esta coalición consiguiera un segundo escaño, sino que UPN obtuviera el tercero, lo que no deja de ser un re- galo envenenado.
La tradición histórica e incluso las encuestas invitan a pensar que UPN será la primera fuerza, con dos diputados; el PSN la segunda, también con dos diputados; y NaBai la tercera, repitiendo Uxue Barkos en el Congreso. Sin embargo, NaBai ya superó al PSN en las últimas elecciones forales. Pero la traslación de aquellos resultados a las Cortes Generales harían que UPN tuviera tres diputados y NaBai y PSN, uno cada uno.
También aquí EB queda fuera de juego, muy lejos de la posibilidad de optar a un escaño.
Así las cosas, lo más probable es que desde Hego Euskal Herria vayan al Congreso 8 diputados del PSOE, 7 del PNV, 6 del PP, 1 de EA y 1 de NaBai, y de todos ellos, sólo los jeltzales tendrán grupo propio, mientras el resto se adscribirá al de sus respectivos partidos o al Mixto.
El PNV está presentando la consecución de este grupo como garantía de ser decisivos en caso de que Zapatero o Rajoy necesiten apoyos para llegar a La Moncloa. Lo que no explican es por qué PSOE o PP iban a querer pactar con los jeltzales en lugar de con CiU, que alcanzará o superará los 10 escaños, o con ERC, con quien gobierna en Catalunya. A fin de cuentas, los catalanes, por ejemplo, tienen ya «resueltas» cuestiones como la reforma estatutaria, mientras en Euskal Herria ése es todavía un tema pendiente y conflictivo. Una cosa es lograr grupo y otra ser decisivo.