La redada iniciada en Montoriol hace quince días ha sido un buen ejemplo del diseño de actuación patentado conjuntamente por Madrid y París: una colaboración policial muy estrecha, que pasa por encima de barreras legales, aderezada con un show mediático por la parte española. Cuando la propaganda desaparece, quedan de manifiesto un torrente de datos falsos y múltiples dudas sobre el alcance real de varias de las detenciones.

Casi todo el mundo recomienda no viajar a México, gobiernos que suspenden vuelos y, por si fuera poco, rebrotan las declaraciones xenófobas contra los inmigrantes mexicanos en el otro país anfritrión del nuevo virus, EEUU. Efectos colaterales de una crisis que hace que empleados de un aeropuerto francés se nieguen a descargar equipajes de un avión mexicano o que nadie acuda a un restaurante neoyorkino porque sus cocineros son del país vecino.