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Veto ante las elecciones europeas

Un veto que sacude a la izquierda estatal

Ramón SOLA

Hay perpetraciones tan imposibles de justificar que abocan directamente al apagón informativo. Esta definición sirve para la censura de la pitada vascocatalana al himno español en la final de Copa, pero también para el tratamiento ¿informativo? de la acometida del PSOE contra Iniciativa Internacionalista.

La cosa ha resultado tan imposible de vender que diarios como ``El País'' optaron directamente por minimizar las impugnaciones casi hasta el ocultamiento. La noticia fue relegada al furgón de cola de su edición digital, lo que ayudaba además a no abrir el siempre engorroso foro para los lectores. Ni la impugnación sin precedentes de una lista de ámbito estatal ni la resolución del Tribunal Supremo le parecieron importantes. Pero, paradójicamente, sí pasó a notición el sábado por la tarde, cuando durante horas permaneció co- mo asunto más importante del día la versión justificatoria de Rubalcaba: «O votos o bombas».

Esto obligó a abrir un foro que rápidamente echó humo, como había ocurrido con el de ``Público'' desde el primer minuto. Nunca hasta ahora se había registrado tal número de mensajes en contra de una ilegalización, y es que tampoco nunca esa espada de Damocles había caído por debajo del Ebro. El aluvión de críticas y de muestras de estupor ha sido tal que hay quien pregunta maliciosamente «si estáis todos escribiendo desde la herriko». Es evidente que no. Un forero escribía en ``Público'' que estuvo en Barcelona en una de las presentaciones de Iniciativa Internacionalista «y si ésos son de Batasuna, yo soy del Opus».

El humor es la única forma de acercarse a realidades así. «Hace meses quise asistir a una obra teatral de Alfonso Sastre. Hoy me alegro de no haberlo hecho, para no ser señalado algún día de proetarra», explica el escritor Isaac Rosa en el mismo medio. Su columna ironiza sobre la «elasticidad» de la Ley de Partidos y concluye afirmando que en caso de seguir así «hasta esta columna podría ser tomada como prueba algún día. Por si acaso no la guarden». Sacarla en estas páginas tampoco le hará ningún favor, vista la agilidad del fiscal para echar mano de GARA a falta de pruebas reales de algo, así que disculpas. Pero es de justicia citarlo, porque se da la circunstancia de que el sevillano Rosa es uno de los poquísimos que le hinca el diente al tema en la prensa estatal.

En los comentarios queda claro que muchos votantes españoles han comenzado a notar en sus propias carnes lo que sienten miles de electores vascos desde 2003. Hablan de atropello antidemocrático. La mayoría evoca el franquismo que sigue latente. Otros lo califican directamente de fraude electoral, uniendo incluso el veto a una lista inequívocamente de izquierda como II-SP con el modo en que la Ley Electoral cercena la representación de IU en el Congreso (un millón de votos para sólo dos diputados). Y hay quien empieza a entender cuál es el interés oculto que se encierra tras algunas bolas mediáticas: «¿A los votantes de Izquierda Castellana también les van a pedir que voten a Aralar?», se pregunta uno.

La arremetida del Ejecutivo de Zapatero está obligando a posicionarse a toda la izquierda española, y hace aflorar contradicciones. Sin ir más lejos, en el seno de Izquierda Unida. Mientras su cabeza de lista a las europeas, Willy Meyer, hablaba el viernes de «respetar el Estado de Derecho», la número 4 de esta plancha, Esther López Barceló, ha escrito en su blog otra cosa que se entiende bastante más: «Yo también denunció la violencia.... del Estado (...) Denuncio públicamente la acción de la Fiscalía al prohibir la presentación de la candidatura de Iniciativa Internacionalista, no porque represente mis principios políticos, no porque quiera que consiga muchos votos, no porque me alegre que la izquierda se divida en cientos de candidaturas que confunden al electorado de izquierdas y debilitan a la única fuerza anticapitalista capaz de hacer frente a las políticas privatizadoras de PP y PSOE -por supuesto, me refiero a la mía, a IU-, sino porque, como demócrata, me opondré siempre a la Ley de Partidos». Y parafrasea a su líder, Cayo Lara: «¿Por qué no ilegalizar al partido que invadió Irak?»

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