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Su mujer y su padre le acompañan en Bérgamo a la espera de que pueda regresar a Bilbo

Pedro Horrillo podrá hacer vida normal con su familia

Nuevas pruebas realizadas ayer vuelven a descartar daños cerebrales y neurológicos y sigue consciente y con respiración artificial dentro de una línea positiva. Podrá montar en bicicleta, pero no como profesional.

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Joseba ITURRIA | DONOSTIA

Las noticias que llegaron ayer de Italia fueron tranquilizadoras y todas apuntaban a que el ciclista de Rabobank Pedro Horrillo evoluciona bien y podrá hacer vida normal y disfrutar de su familia con esos dos niños, uno de un año, en los que, como narraba en su última entrevista a GARA, piensa cuando está fuera.

En ella trasmitía lo duro que le resultaba alejarse de los niños en una vuelta grande, cómo contactaba con ellos cada día para poder verles y hablar a través de su ordenador, y lo mejor que se puede decir es que en el futuro podrá hacer una vida normal con ellos sin separarse porque no podrá competir más.

Algo que es casi milagroso después de caerse por un barranco de sesenta metros en la etapa del sábado cuando arriesgaba en una bajada para recuperar el terreno perdido para situarse al lado de Menchov.

El ruso de Gorraiz le había pedido en invierno como principal compañero tanto para colocarle en carrera como para convivir con una persona de un nivel humano e intelectual fuera de lo común. Las pruebas que le realizaron ayer confirmaron que no sufre daños cerebrales y neurológicos y que podrá hacer una vida normal, incluso podrá montar en bicicleta aunque no como profesional, algo que a los 34 años es un peaje que se puede pagar con gusto cuando se ha estado tan cerca de la muerte.

Una operación positiva

El ermuarra seguía ayer estable dentro de la gravedad por las múltiples fracturas y lesiones que padece, con respiración artificial, pero evolucionaba positivamente tras la operación de la que fue objeto el domingo para recomponer el fémur y la rótula de su pierna izquierda.

Fuentes hospitalarias señalaban que tras la operación pasó una noche tranquila en el hospital de Bérgamo donde está ingresado y donde los médicos le mantienen bajo observación, consciente y con respiración artificial, puesto que aún no es capaz de respirar bien por sí mismo. La operación en el fémur y la rótula a la que se le sometió dio «buenos resultados» y tras ella se le colocó al ciclista un fijador externo de titanio en la pierna izquierda.

Además fue sometido a un TAC en el encéfalo y una resonancia magnética en la columna vertebral, que han confirmado ausencia de lesiones en esas zonas. El corredor está acompañado de su mujer Lorena y de su padre Ángel, que se han desplazado a Italia y han dejado a los dos niños con su abuela a la espera de que Pedro pueda desplazarse a Bilbo a continuar con su recuperación en un plazo que los médicos estiman entre los diez y los quince días.

La parte que más preocupa es la respiratoria, al tener un pulmón afectado por las consecuencias de la grave caída. Será cuando se recupere de esos problemas torácicos cuando podrá emprender el viaje de vuelta y continuar en Bizkaia un proceso de rehabilitación que será largo.

El detalle de Di Luca

La caída de Horrillo, una persona especial y muy querida por todos, afectó mucho al pelotón del Giro. Por eso y por la peligrosidad del circuito de Milán, sus compañeros de profesión tomaron la decisión de no disputar la etapa del domingo y permitir que el Rabobank cruzara en cabeza la meta como hizo el Motorola cuando murió Casartelli en el Tour del 95. Pero las presiones de patrocinadores como Lampre dejaron sin valor el pacto.

Por ello el líder del Giro, Danilo Di Luca, señaló en una entrevista en la Gazzetta dello Sport que «la protesta se convirtió en una payasada. El ciclismo es esto. Hemos pasado de la razón a la equivocación. Acordamos ir lento y dejar ir por delante al Rabobank, pero alguien no respetó el acuerdo y la etapa neutralizada se convirtió en competición».

Una dura etapa tras el día de descanso

La caída de Pedro Horrillo del sábado y el plante de los ciclistas por la peligrosidad del circuito de Milán del domingo fueron los ejes de la jornada de descanso de ayer en el Giro, que hoy se reanuda con una de las etapas más duras de la prueba, aunque el no terminar en un alto puede motivar que las diferencias no sean muy grandes.

Es la etapa más larga del Giro, con 255 kilómetros entre Cuneo y Pinerollo y tres puertos que superan los 2.000 metros de altitud, Maddalena, Vars e Izoard, cima Coppi de esta edición del Centenario con sus 2.360 metros de altitud. Después del Izoard, quedarán las subidas del Monginevro y Sestrieres. El puerto de la Maddalena no tiene grandes pendientes, pero son 23 kilómetros de subida con una media del 4%. Más duro es el de Vars, once kilómetros con 6.6% de media y cuatro finales muy duros. El Izoard tiene 16 de ascensión al 6,9% y se espera que Liquigas busque romper la carrera desde lejos para intentar desgastar a los contrarrelojistas para que sufran con el kilometraje y las últimas subidas a Monginevro y Sestriere, a diez de meta. Será clave para cada equipo meter ciclistas en la fuga del día. ITURRIA

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