Fede de los Ríos
La insoportable desproporción española
Endurecimiento de un código penal, ya de suyo el más duro de Europa. Gobiernan por el miedo porque es el miedo el que dirige la política española con crisis y sin ella.
Unos votan a los herederos de Franco temerosos del terrorismo vasco, islámico, talibán o albano-kosovar o del que toque; pertenecen a la pequeña y media burguesía que ven menguar los beneficios de su negocio. Les votarán quienes hayan perdido sus trabajos y careciendo -no ya de conciencia de clase- de una mínima inteligencia proyectan sus frustraciones contra «los inmigrantes», siempre más débiles. «Nos quitan el trabajo y se quedan con los servicios sociales», la falacia argumentativa del fascio, es decir, de los imbéciles, alentada por los tertulianos. El inmigrante o te roba el trabajo, o la cartera o las prestaciones.
«Que el que la haga la pague. Que sepan los terroristas, los violadores y los pederastas que causen muertes que van a tener que arrepentirse cada día de su vida en la cárcel», uno de sus líderes, el opusiano Trillo, brama en las Cortes defendiendo la cadena perpetua. Estos cristianos siempre tan piadosos y en su boca el perdón que alienta el arrepentimiento.
Otros por miedo al miedo que produce el PP votarán al PSOE, el partido más pusilánime, miserable e inepto de la llamada socialdemocracia europea. Incapaces de salirse del discurso de la derecha española, compiten con ella en represión y recorte de libertades. Su política económica al servicio de la CEOE se diferencia un ápice de la del PP.
El timorato discurso de una IU autista no capta votos.
El ambiente político español resulta, cada día que pasa, más insoportable. Lo único que mejora es la represión y la imagen de autoridad del Estado. 33 años de cárcel, petición de la Fiscalía para cada uno de los cuatro jóvenes vascos acusados de quemar un cajero; 2 años de cárcel y 16 de inhabilitación para Otegi por unas declaraciones; 900 años de cárcel para los acusados del atentado en la T-4. El policía y su hijo que asesinaron a Anjel Berrueta, hace seis años condenados a 20 y 15 años disfrutaran en breve del tercer grado. Su mujer, inductora del crimen, fue absuelta.
La Audiencia Nacional se niega a juzgar a Falange y Tradición y el cuerpo de Jon Anza aparece misteriosamente en una morgue de Toulouse.
El jefe de la Patronal pide un contrato esclavista para los trabajadores menores de treinta años y ningún juez lo mete en prisión; la fiscalía del Estado calla como puta y la conferencia episcopal, esa que está al servicio de los más necesitados, no lo amenaza con excomunión. La prensa pasa por encima, de puntillas, ante tamaña desvergüenza de declaración.
Al actor Willy Toledo se le ocurre defender a Cuba frente a la gusanera y es linchado en plaza pública por todos los medios de agitación y propaganda de la derecha, desde Intereconomía a La Sexta. Entre otras cosas se le acusa de tenerla pequeña (la polla, no la dignidad, aclaro). Pues a mí, ¿qué queréis que os diga?, me gustaría tenerla como Willy. Las dos.