Mertxe Aizpurua Periodista
Entre el derecho y el disparate
Por una de esas asociaciones mentales construidas en la infancia, todavía hoy, oigo el nombre de Suiza y automáticamente pienso en relojes cu-cú y vacas que dan chocolate. Esas vacas suizas han estado a punto de convertirse en los animales más privilegiados del mundo. Los helvéticos de dos patas han votado en consulta hace unos días y rechazado, por un 70,5% de sensatez, que perros y bóvidos tengan derecho a abogado, sufragado además por el Estado. Dirán que el planteamiento ya era un disparate. Estoy de acuerdo, aunque bucear en cuestiones tan aleatorias como los derechos humanos y los derechos de los animales es meterse en aguas cenagosas y da para muchas conversaciones de sobremesa. Todo el mundo del Derecho entra en el ámbito de la convención, así que si la realidad social que se impone es disparatada, con el tiempo, la legislación lo será también. En Suecia, por ley, las vacas tienen derecho a salir del establo para pasear una vez al día. Digno de aplauso. Debería generalizarse. Casi todo ser vivo de la tierra debe tener derechos -el mejillón, no lo sé- y el principal, como en el caso de los humanos, debería ser el del respeto.
En una ocasión vi un galgo por la calle. Aquel bellísimo animal, atleta perfecto, corredor nato, dotado por la naturaleza con un excelente instinto cazador, el nacido galgo para ser galgo, caminaba por la acera, atado al paso cansino de su dueña, vestido con abrigo y sombrero. Observen las ciudades y pueblos de hoy. Aunque por diferentes razones a las expuestas por los animalistas suizos, quizá lo del letrado para vacas y perros no sea tal disparate. Aquel galgo lo necesitaba.