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Los franceses no merecen un Gobierno que les mienta y los vascos quieren saber qu� pas� con Jon Anza

Un domingo como hoy, hace exactamente seis a�os, gran parte de la ciudadan�a del Estado espa�ol acudi� a las urnas indignada con la manera en la que el Partido Popular estaba mintiendo sobre la autor�a de los atentados ocurridos tres d�as antes en Madrid. Seg�n el c�lculo de los estrategas del PP, la hip�tesis de que ETA hab�a sido la autora del mayor atentado en el Estado espa�ol y en toda Europa, con 192 civiles muertos y cientos de personas heridas, era la que m�s beneficiaba a su candidato, Mariano Rajoy. Las pruebas indicaban, tal y como defendi� desde un principio el l�der de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, que el atentado se correspond�a con una acci�n contra la ocupaci�n de Irak y que detr�s de ella pod�a estar alg�n grupo yihadista, en ning�n caso ETA. Pero lo que comenz� por una mec�nica aprendida, pronto se torn� en un macabro c�lculo electoral. El Gobierno de Jos� Mar�a Aznar, a trav�s sobre todo de sus ministros de Interior y Exteriores, �ngel Acebes y Ana Palacios, ocult� esas pruebas tanto a la sociedad espa�ola como a la comunidad internacional, e intent� mantener la mentira hasta el d�a de las elecciones.

Ayer hizo seis a�os desde que miles de personas convocadas a trav�s de SMS o por el boca a boca se concentraron delante de las sedes del Partido Popular, infringiendo si acaso la ley electoral pero defendiendo la verdad y un m�nimo de dignidad democr�tica. Un d�a como ayer, hace seis a�os, Alfredo P�rez Rubalcaba compareci� para decir que �los ciudadanos espa�oles se merecen un Gobierno que no les mienta�.

Aquellos sucesos supusieron un vuelco en las encuestas y un cambio de Gobierno, pero ten�an adem�s la fuerza moral y pol�tica como para haber supuesto un profundo cambio de mentalidad y de cultura pol�tica que sacase al Estado espa�ol de la pr�rroga franquista en la que, al menos en Euskal Herria, ha derivado la transici�n. La ultraderecha a la que esa transici�n hab�a homologado hab�a mostrado su verdadero rostro y, pese a que su peso social imped�a un cambio s�bito, cab�a un cambio profundo de estrategia por parte de los sectores progresistas. Jos� Luis Rodr�guez Zapatero, especialmente tras sacar las tropas de Irak, parec�a querer hacer ese esfuerzo pol�tico y �tico. En Euskal Herria la apertura de un proceso de negociaci�n abr�a una ventana a la esperanza. Desgraciadamente, el mismo Rubalcaba pronto demostr� que tal cambio no ten�a opciones de convertirse en parte del programa de la estructura del PSOE. Tambi�n que, en su caso, la apelaci�n a la verdad y a la mentira s�lo respond�a a un c�lculo igual pero inverso al del PP.

Contra la ocultaci�n s�lo cabe transparencia

Situaciones como las que sufren los presos pol�ticos vascos, la pervivencia de la tortura o desapariciones como la de Jon Anza son evidencias de la situaci�n que vive Euskal Herria. Es significativo que, tan dado �l a declaraciones, P�rez Rubalcaba todav�a no haya hablado sobre la aparici�n del cuerpo de Anza en una morgue de Toulouse. No cabe esperar de �l respeto hacia los muertos ajenos, no es su estilo. Tampoco la humildad de reconocer su error. No obstante, �cabe esperar que el ministro de Interior espa�ol muestre p�blicamente su comprensi�n hacia las negligencias del Estado franc�s? Ser�a, quiz�, l�gico. Pero, �c�mo se tomar�an los diferentes estamentos del Estado franc�s que las autoridades espa�olas, especialmente las ligadas a la seguridad, se muestren paternalistas en el caso de un militante de ETA desaparecido en suelo franc�s? Todo lo relacionado con lo vasco es cuesti�n de estado para ambos gobiernos. Pero si las inc�gnitas sobre lo sucedido a Jon Anza no se aclaran, las consecuencias pol�ticas recaer�n, de momento, sobre la parte francesa. Los primeros interpelados ser�n, sin lugar a dudas, los titulares de Justicia e Interior del Gobierno galo, Michelle Alliot Marie y Brice Hortefeux. Parafraseando a su ahora hom�logo espa�ol, los ciudadanos franceses no se merecen un Gobierno que les mienta, ni sobre lo sucedido con Anza ni sobre sus relaciones con los secur�cratas espa�oles. Asimismo, unos y otros deber�an haber aprendido alguna lecci�n de anteriores episodios de guerra sucia y pensar que los tiempos cambian para todos.

Por �ltimo, a la inveros�mil versi�n oficial sobre la aparici�n del cad�ver de Anza y a la inquietante persistencia de las inc�gnitas sobre su desaparici�n y muerte se suma ahora la actitud de las autoridades francesas, que no hace sino complicar las cosas y aumentar las sospechas. La negativa a que un forense independiente designado por la familia participe en la autopsia que ma�ana se practicar� en Toulouse a�ade un dolor innecesario a una familia que durante los �ltimos d�as ha recibido el golpe de la confirmaci�n de la muerte de su ser querido y un trato bastante cruel por parte de las autoridades francesas y de ciertos medios de comunicaci�n espa�oles. Pero adem�s esa actitud aumenta la alarma sobre lo que se quiere ocultar de la muerte del militante vasco. La versi�n oficial ofrecida, adem�s de ser absurda y rid�cula, no explica qu� le ocurri� desde que cogi� el tren en Baiona hasta que apareci� en la morgue de Toulouse esta semana. Los vascos quieren saber la verdad sobre el caso Jon Anza.

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