Martin Garitano Periodista
Examinar y domar
No crean que exagero si escribo que el tiroteo de Dammarie-les-Lys y la muerte del gendarme Jean-Serge Nérin han llenado de satisfacción -indisimulada, por otra parte- a buena parte de la clase política española y a sus terminales en Euskal Herria.
Creen algunos -muchos- que la acción atribuida a ETA va a provocar la implicación de hoz y coz de las fuerzas policiales francesas en el combate contra los clandestinos de ETA en el hexágono. Como si hasta ahora la actitud del Eliseo hubiera sido displicente con los insurrectos vascos del sur. El tiempo dará y quitará razones.
Pero muy por encima de los aspectos policiales y operativos, la satisfacción de esa clase política está motivada por la posibilidad que les ofrece para examinar a la izquierda independentista y tratar de domarla. Hablan sin pudor de la prueba del algodón, del grado de exigencia en la condena, el repudio o la reprobación. Como aquel instructor de gimnasia, elevan a cada paso el listón a superar para firmar un aprobado.
No vale el análisis político, la reflexión ética o la memoria histórica. Todo se reduce a un simple renglón: condenamos a ETA. Como si la resolución de un conflicto político que hunde sus raíces en la Historia se resolviera con una palabra, al modo en que cuenta el Evangelio Cristiano la historia del centurión (Mateo 8, 5-8): «Una palabra tuya bastará para sanarme».
No sé qué harán los franceses ni cuáles serán los frutos de las amenazas del presidente Sarkozy, pero hay algo que no se me escapa: ni el conflicto vasco se resolverá con pronunciamientos más o menos farisaicos ni es ése, siquiera, el objetivo que persigue el unionismo español.
No buscan el repudio ni la condena. No es eso. Porque saben que su problema no es ETA. Su problema es el pecado original del régimen español, impuesto a la fuerza a los vascos, diseñado en sus líneas maestras por Franco y sus edecanes. Y su drama es que un sector importante de la sociedad vasca no está dispuesto a comulgar con tamaña rueda de molino. Por eso, cuando exigen condenar a ETA, lo que en realidad quieren es la renuncia al objetivo de la independencia vasca. Por eso se equivocan otra vez. El ministro Alfredo Pérez Rubalcaba recorre exactamente el mismo camino que sus predecesores.