Lakua despeja el camino en Educación
No ha caído por sorpresa el anuncio del cese por parte del Gobierno de Lakua del hasta ahora presidente del Consejo Escolar, Konrado Mugertza, quien permanecía en el puesto desde 2006, año en el que fue nombrado por Tontxu Campos (EA). Su cargo depende directamente de la actual consejera de Educación, Isabel Celaá, y si cabían pocas dudas sobre la falta de sintonía entre ambos, el crítico dictamen hecho público la semana pasada por el Consejo Escolar sobre el borrador del Plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación de la Violencia no ha hecho sino acelerar la firma de una destitución sobradamente anunciada.
No ha sido éste el único punto de fricción. Las discrepancias se vienen repitiendo, desde el mismo momento en el que se produjo el cambio de Gobierno, en asuntos de calado y proyección pública, como el peso que debe tener el euskara en la Educación o la utilización del término Euskal Herria en las aulas. Diferencias que no han sido pasadas por alto en Ajuria Enea y que han terminado por precipitar el cese de Mugertza, que se había convertido en un molesto obstáculo para imponer también en el ámbito educativo los contenidos del pacto PSE-PP.
Mugertza, que no milita en ningún partido político, siempre ha propugnado el debate en el seno de la comunidad educativa y el contraste de pareceres entre sus diferentes agentes. Dejando a un lado el balance de los logros conseguidos por el hasta ahora presidente del Consejo durante su mandato, el perfil que representa no conviene en absoluto a los intereses de Lakua, que necesita al frente del Consejo Escolar una persona de la máxima confianza que ponga coto al debate que hierve en el ámbito de la Educación ante la ofensiva ideológica que se prepara desde el unionismo para asaltar las escuelas. Esta y no otra es la estrategia última del Ejecutivo de López en materia de Educación. Decisiones como la de posponer la aprobación del denostado Plan de Convivencia para lograr el apoyo del PNV no dejan de ser poses tácticas a la búsqueda del momento más adecuado para imponer sus planes.