Crisis política en Túnez
El presidente interino encarga la formación de un gobierno de unidad
El presidente del Parlamento tunecino, Fued Mebaza, fue proclamado ayer jefe de Estado interino de Túnez por el Consejo Constitucional, excluyendo definitivamente un regreso del mandatario Zine al-Abidine Ben Ali, tras su huida a Arabia Saudí. En su primer discurso, encargó al primer ministro, Mohamed Gannouchi, la formación lo antes posible de un Gobierno de unidad nacional y aseguró que este proceso vinculará a todos los tunecinos «sin exclusión».
GARA | TÚNEZ
«He pedido a [el primer ministro] Mohamed Gannouchi que forme un nuevo gobierno de unidad nacional». Fueron las primeras palabras del presidente del Parlamento tunecino, Fued Mebaza, después de asumir el cargo de presidente interino del país y ratificar a Gannouchi como primer ministro.
El Consejo Constitucional había aclarado anteriormente que, según la Carta Magna, corresponde al presidente del Parlamento y no al primer ministro asumir el poder después de que el mandatario Zine al-Abidinde Ben Ali abandonara el viernes el país tras cuatro semanas de protestas y huyera a Arabia Saudí después de haber dirigido el país durante 23 años.
El máximo órgano legal también dijo que deberían celebrarse elecciones presidenciales en un plazo máximo de 60 días. El líder del opositor Partido Democrático Progresista, Najib Chebbi, manifestó que la oposición y Gannouchi habían acordado celebrar los comicios en un plazo de 6 ó 7 meses.
El Consejo Constitucional aplicó el artículo 57, que señala que en el caso de «situación vacante de la Presidencia de la República por muerte, dimisión o impedimento absoluto», el Consejo debe declarar esa vacante y nombrar al presidente del Parlamento como presidente interino del país.
Por mandato constitucional, el presidente interino no podrá presentar su candidatura a la Presidencia en esos comicios.
Artículo 56
El artículo 56 por el que Gannouchi asumió el viernes -por unas horas- la presidencia interina sólo habla de «caso de impedimento provisional del presidente», por lo que si el primer ministro hubiese permanecido en el puesto quedaba abierta la posibilidad de un regreso al poder de Ben Ali, lo que habría desencadenado fuertes críticas por parte de la oposición y por gran parte de la población tunecina.
El nuevo mandatario, de 69 años, escoltado por los presidentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores, emplazó a la unidad de los tunecinos de todas las corrientes políticas y se comprometió a respetar la Constitución. «Llamo a los tunecinos de todas las sensibilidades políticas y regionales a hacer gala de patriotismo y unidad», declaró.
El nuevo jefe de Estado estimó que «todos los tunecinos, sin excepción y sin exclusiones», estarán vinculados al proceso político en el país, en un breve discurso consecutivo a la ceremonia de juramento de su nuevo cargo.
Ghannouchi aceptó una propuesta de los partidos de la oposición para negociar un gobierno de coalición, según uno de los partidos opositores, la Unión Libertad y Trabajo.
«Hemos tratado la idea de un gobierno de coalición y el primer ministro ha aceptado nuestra petición para formar un gobierno de coalición», señaló a Reuters el líder de la Unión, Mustafa ben Jaafar, tras reunirse con Ghannouchi.
Los resultados de la negociación podrían conocerse hoy mismo. «Mañana [por hoy] habrá otra reunión con el propósito de sacar al país de esta situación y que haya verdaderas reformas. Los resultados de estas negociaciones serán anunciados mañana», precisó.
En una muestra del final del mandato de Ben Ali, unos trabajadores quitaron su retrato del exterior de la sede de su partido en el centro de la capital.
«Estamos contentos de ser libres después de 23 años de prisión», aplaudió Fahmi Baraui mientras tomaba café en uno de los pocos negocios que ayer abrió sus puertas.
Caos
Pero su optimismo podría desvanecerse en breve, ya que algunas zonas del país se sumieron ayer en el caos. Grupos de individuos armados dispararon desde vehículos en la capital, y además se produjeron fugas masi- vas en cárceles.
Soldados y tanques se desplegaron en las calles de Túnez para tratar de recuperar la normalidad, después de una noche de saqueos tras la huida de Ben Ali.
Decenas de presos murieron al tratar de escapar de la prisión de Mahdia, y la prisión de Monastir -ambas al sur de la capital- estaba en llamas después de otro intento de fuga.
«Intentaron escapar y la Policía abrió fuego contra ellos. Ahora hay decenas de muertos y todo el mundo ha escapado», indicó un vecino, Imed, que vive a 200 metros del reclusorio de Mahdia.
Según fuentes oficiales, 42 personas perdieron la vida en la prisión de Monastir.
Respecto a los tiroteos que tuvieron lugar ayer en Túnez, a unos diez kilómetros del centro de la ciudad, y el viernes por la noche en otro barrio, no estaba claro quién era el responsable, aunque una importante fuente militar aseguró a Reuters que eran personas leales a Ben Ali.
El analista Taufik Ayachi afirmó que «es seguro que la Policía presidencial está detrás de todo esto. Todavía esperan recuperar el poder».
La Policía comenzó ayer a aislar el corazón de la capital, cerrando el acceso a la céntrica avenida Burguiba, escenario el viernes de una manifestación multitudinaria que desembocó en la salida del país de Ben Ali. Tras la protesta, por la noche, Ghannouchi declaró en la televisión pública que daba «prioridad absoluta» al restablecimiento del orden público.
Barreras metálicas impedían el acceso de coches y peatones a la avenida Burguiba. El dispositivo de seguridad parece haberse decidido con motivo del estado de excepción decretado el viernes y después de una noche de destrucción y saqueos en varios suburbios de Túnez capital.
Hasta el último suspiro
El otrora todopoderoso presidente Ben Ali intentó desactivar el descontento popular por todos los medios, desde la represión hasta la oleada de promesas de última hora.
El jueves, anunció la reducción del precio de alimentos básicos, así como su intención de dejar el poder cuando termine su mandato en 2014. El viernes, disolvió el Gobierno y las autoridades impusieron el estado de emergencia con toque de queda en todo el país. El Ejército, además de bloquear otras vías del país, cerró el espacio aéreo tunecino.
Pero todo ello fue en vano.
El director del departamento de seguridad para la Presidencia, Ali el Seriati, fue detenido el día de ayer, según las informaciones difundidas por la cadena de televisión panárabe Al-Jazeera. Durante el día no se ofreció ninguna información al respecto.
El Gobierno tunecino anunció a mediodía de ayer que el espacio aéreo y los aeropuertos tunecinos se encuentran de nuevo abiertos para el tráfico de vuelos civiles, según informó la agencia de noticias oficial, TAP.
Al menos 42 personas han perdido la vida en el incendio declarado durante una fuga de presos de la cárcel de Monastir, según fuentes médicas. Esta cifra se suma a otras «decenas de muertos» durante otra huida en la prisión de Mahdia.
La mayoría de gobernantes árabes permanecieron ayer en silencio o se manifestaron con extremada prudencia sobre la huida de Ben Ali, pero la Liga Árabe llamó a todas las fuerzas políticas tunecinas a permanecer «unidas por el bien del pueblo».
Mientras que muchos países occidentales instaron a una transición democrática, la ciudadanía árabe ha aplaudido y apoyado el alzamiento popular, pero en la región, donde predominan los regímenes de corte autoritario, la mayor parte de ejecutivos se mostraron cautelosos.
Y es que lo sucedido con Ben Ali ha sido toda una advertencia para ellos, frente a los sectores populares que a menudo sufren la misma problemática que los tunecinos.
El Ejecutivo de Sudán acogió con satisfacción «la elección del pueblo para determinar su propio futuro político» y le garantizó su respeto hacia «la elección democrática popular», según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores sudanés recogido por la agencia France-Presse.
Por su parte, Qatar indicó que respeta «la voluntad y la elección del pueblo tunecino», mientras que Egipto también expresó su «respeto las decisiones del pueblo tunecino», afirmando que «confiamos en que la sabiduría de los hermanos de Túnez (...) impedirá que el país se sumerja en el caos».
En El Cairo, en la noche del viernes, decenas de egipcios celebraron ante la embajada tunecina el derrocamiento del dictador tunecino al grito de «¡Escuchad a los tunecinos, es turno de los egipcios!».
En Jordania, donde crece el descontento por la inflación y las elevadas tasas de desempleo, decenas de sindicalistas protagonizaron ayer una sentada ante la embajada tunecina en Amman, y llamaron a la propagación de la «revolución de Túnez».
Los partidos palestinos también expresaron su apoyo a los tunecinos.
Por su parte, Arabia Saudí se limitó a confirmar oficialmente haber dado refugio a Zine al-Abidinde Ben Ali por «circunstancias excepcionales». Este país también asiló en su día al dictador ugandés Idi Amin Dada. GARA