Aniversario del Club Ciclista Eibarrés
Cuestión de devoción
El Club Ciclista Eibarrés celebra sus 85 años de historia recorriéndola a través de una exposición.
Amaia U. LASAGABASTER
Los alegres años veinte no lo fueron tanto para la industria armera, a la que el fin de la Primera Guerra Mundial y la consiguiente caída de la demanda puso en un brete. Tocaba renovarse o morir y en Eibar se apostó por lo primero. Muchos talleres se reciclaron, apostando por un nuevo producto que no tardó en hacerlas aún más boyantes que en el pasado. BH, Orbea o GAC hicieron que la localidad fuera, durante décadas, uno de los centros neurálgicos en la fabricación de bicicletas.
Casi un siglo después, sólo sobrevive, con buena salud, Orbea, aunque se trasladara algunos kilómetros al oeste. También hicieron las maletas GAC y BH, para acabar extinguida la primera y voluntariamente exiliada -recientemente cerraba su planta alavesa, quedando la totalidad de su producción en Portugal y Asia- la segunda.
Pero la pasión que germinó al mismo tiempo que aquella industria sigue viva. Y el Club Ciclista Eibarrés lo celebra con una muestra que, a través de 1.300 imágenes, maillots, trofeos, documentos e incluso sellos, recorre su historia. Desde el principio. Concretamente, desde que hace 85 años Eulogio Garate, propietario de GAC, fundara también el Club Ciclista GAC, rebautizado de inmediato como Eibarrés. Que en un principio se dedicó a mantener equipos ciclistas pero que en 1931, junto a la Unión Deportiva Eibarresa, organizó su primera prueba: el Gran Premio San Juan. «Todavía se celebra», subraya con orgullo Josean Larrea, encargado de organizar la exposición y uno de los miembros más veteranos de la directiva del club, de la que forma parte desde hace más de treinta años. No tuvieron tanta suerte otras pruebas. Por motivos evidentes, la vida del Gran Premio de la República fue efímera e incluso la Bicicleta Eibarresa, tras sufrir diferentes vaivenes -de organización, de nombre, de duración...- ha acabado absorbida por la Vuelta a Euskal Herria.
Precisamente, la prueba más reconocida de las que ha organizado el Club Ciclista ofrece una de las curiosidades de la exposición. «La primera carrera televisada por Televisión Española -explica Larrea- fue la Bicicleta Eibarresa en 1967. En el circuito de Ipurua, donde ganó Carlos Etxeberria. Y tenemos aquí el documento firmado por Adolfo Suárez, que entonces era el presidente de RTVE, dando el visto bueno a la retransmisión». Debe ser cuestión de fotogenia porque «casualmente, la primera retransmisión ciclista de ETB también se hizo desde aquí, con el ciclocross de 1983».
Imágenes en movimiento, que sustituyeron a las antiguas fotografías en blanco y negro. Evolución que también ha tenido que vivir, a su manera, el Club, al que poco le faltó para desaparecer en la década de los setenta. La entrada de sangre nueva se tradujo en una segunda juventud de una entidad que, hoy en día, «vive un buen momento. Siempre está el problema del dinero, como pasa con todo, y no te queda más remedio que ponerte la sotana y pedir para cuadrar cuentas. Pero a nivel organizativo, creo que la salud es buena», se congratula Larrea. Frente a la falta de relevo generacional que amenaza a tantas entidades de este tipo, «aquí se ha reforzado, con la incorporación de gente nueva en estos últimos años. Es gente de 30 años o menos pero que ya va cogiendo experiencia. También hay un grupo de unos 45, que son jóvenes. Y luego estamos los carrocillas, que tendremos que ir pensando en otras cosas».
Iniciativas
Carrocillas que tampoco miran en exceso al pasado. «No creo que lo de tiempo pasado siempre fue mejor sea cierto. Seguro que en los 30 o en los 50 también se rompían la cabeza para organizar las carreras y cuadrar los presupuestos», asegura Larrea, que aboga por invertir esa energía en «intentar hacer cosas nuevas cada año. Este año es la exposición, el que viene tenemos solicitado un campeonato, llevamos años con el cicloturismo, la mountain-bike, ahora unos años con el tema de la txistorra...». O con el concierto que, desde el año pasado, inaugura la temporada y que incluye una polca -«la música del ciclismo, no podía ser otra»- expresamente compuesta por Carlos Sánchez para el Club, «Txirrin dularien txirrinak».
Anécdotas, momentos, historias, que se pueden repasar en la Casa de Cultura Portalea hasta el próximo 30 de abril. «Aunque en realidad es un ensayo para el centenario», sonríe Josean Larrea. «Para entonces tenemos otro montón de cosas en un baúl terrible que nos hizo el difunto Elías». Cada uno su granito de arena. Así son las cosas en el Club Ciclista Eibarrés. Amigos con dedicación profesional. «Si no sería imposible celebrar los 85. No es cuestión de profesión, sino de devoción».
La joya de la corona del Club Ciclista Eibarrés también peina canas. El Memorial Valenciaga cumple este domingo su 40ª edición. De nuevo valedera para la Copa de España y de nuevo apuntado en rojo en el calendario de los amateurs, conscientes de su peso en cualquier palmarés.
Algunos ya han empezado a engordarlo, de ahí que el domingo partan en el grupo de favoritos. Etiqueta que se puede colocar al líder de la Copa de España Eduard Prades, al vencedor en Gorla Omar Fraile o al recalificado Pedro Merino, que ya se adjudicara el Valenciaga en 2009. E incluso, como novedad, a dos hombres «de la casa». La escuadra local Debabarrena sueña con ganar ante su gente, gracias al rendimiento de Sergio Ruiz y Aitor González.
Todos ellos -175 corredores repartidos en 25 equipos- echarán a rodar a las nueve para hacer frente a un recorrido exigente y clásico: 163'7 kilómetros con salida y llegada a Eibar y ascensos a Itziar (3ª), Meagas (3ª), Elgeta (2ª), Areitio (3ª) y, en los 25 últimos kilómetros, Ixua (1ª) y San Miguel (3ª). A.U.L.