Raimundo Fitero
Precariedad
A la espera de noticias del TC, la situación de precariedad política y democrática de cientos de miles de ciudadanos vascos nos impide hacer otra cosa que sobreponernos a esta tensión y mirar a otra parte de nuestra pantalla. Y es que escuchamos con bastante frecuencia una frase en los programas de La 2 que más nos interesan, en la que se resalta, se subraya, se recuerda que ese tipo de propuesta televisiva solamente existe gracias a la televisión pública. Es una triste verdad. Hablar de libros, de arte, de ciencia, sin soporte publicitario, es decir, dentro de unas condiciones objetivas donde no se siente la presión del anunciante ni el patrocinador, es un lujo que solamente se dan en algunas televisiones públicas. Entre ellas la estatal, y especialmente en La 2.
No obstante esa coletilla que los conductores de esos programas utilizan, no es otra cosa que la constatación de una situación de precariedad absoluta. Por decirlo rápido: no existe ningún documento en el que se convenga por ley que el dinero público invertido en televisión pública, debe servir, por ejemplo, para difundir la cultura y la ciencia en todas sus manifestaciones. Solamente está reglamentado los minutos de intervención de los papagayos de los partidos. O del fútbol como espectáculo de «interés general». Si en algún reglamento, convenio, acuerdo o pacto parlamentario, incluso ley, se definieran las atribuciones y los objetivos de las televisiones institucionales, se acabaría con la precariedad y se podría avanzar.
En la actual situación, el futuro de estas cadenas es muy turbio. Dependientes de los gobiernos de turno de una manera cada vez más evidente, los resultados de las próximas elecciones pueden contribuir todavía más al caos actual. Volverá el debate sobre la probabilidad de privatización de alguna de ellas. En TVE solamente está seguro Sergio Sauca como españolista y merengón descocado capaz de tomar partido desde una pública por uno de los equipos en contienda. Lo curioso es que no le hayan expedientado o mandado al ostracismo. Seguirá gane quien gane y es probable que con mayores responsabilidades, es decir mejor sueldo y complementos.