Un atacante suicida mató ayer en la ciudad iraquí de Hilla a varios policías al empotrar su vehículo contra la comisaría central de la ciudad. Según el parte policial facilitado a última hora de ayer, el número de fallecidos ascendía a al menos 21 y la cifra de heridos superaba los 50; todos ellos eran agentes de la Policía local.

El ataque se produjo hacia el mediodía, cuando los agentes procedían al cambio de guardia. Por ese motivo, la entrada del edificio se encontraba repleta de gente. Según reiteraron algunos testigos presenciales, la explosión causó grandes desperfectos, tanto en la fachada de la comisaría como en comercios y viviendas aledañas.

El ataque no había sido reivindicado por nadie a última hora de ayer, pero las fuerzas de seguridad iraquíes señalaban a milicias suníes de la zona.

Un ataque similar causó el martes dieciséis muertos en un café-bar de Dora, localidad de mayoría chií.

Precisamente, las fuerzas militares iraquíes se encuentran en estado de máxima alerta por miedo a ataques en represalia por la muerte el pasado lunes del líder Osama Bin Laden a manos de agentes estadounidenses.