Tras lo visto en este su primer excelente trabajo documental puede convertirse en el nuevo Tony Gatlif, ya que prepara una versión en clave de ficción de la historia de amor de sus abuelos que se titularía «Rosario y Jacques», y para abundar más en la historia del pueblo gitano quiere rodar «Háblame en cristiano», donde denunciará el exterminio de gitanos en los campos de concentración nazis. En «Jacques Leonard, el payo Chac» también está muy presente la crítica social, pues se ofrece la imagen reveladora de lo que fue durante el franquismo el barrio de la Mina, como forma de segregacionismo chabolista.

Hay que agradecer a la familia Leonard, a los dos hijos y al nieto, el haber salvado del olvido una personalidad artística y humana tan significativa. Parece ser que las fotografías, con un total de 18.000 negativos, estaban guardadas en cajas. Constituyen la memoria en blanco y negro de los gitanos de Barcelona, a través del objetivo de un forastero que se enamoró de ellos, y en especial de la bella y racial modelo de pintores Rosario Amaya.

La guionista Nuria Villazán, formada en la escuela de San Antonio de los Baños en Cuba, no se ha conformado con presentar una colección de recuerdos gráficos del pasado, sino que ha propuesto una narrativa en el sentido retrospectivo más estricto, partiendo de los hechos recientes hasta llegar a los más remotos. La poesía del relato la sugiere la envolvente banda sonora compuesta por Lisandro Rodríguez, con influencias flamencas y del jazz manouche de los gitanos asentados en el Estado francés.