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Maite SOROA

Ya apareció Ussía

Si les digo la verdad, echaba en falta la reacción, siempre histriónica, de Ussía. Ayer, después de unos días dedicados a fermentar el odio, dio rienda suelta a sus fobias en «La Razón». Empezaba en tono de fábula: «Las pulgas han invadido el campamento de los que no hacen nada. Las serpientes se han adueñado de las tierras vascas. Urkullu, el tiro -nunca mejor escrito-, por la culata. Los acampados en Sol han dejado de interesar. Son los tostones de Sol. Las serpientes se mueven. Ha vuelto el terror y la amenaza a muchas localidades de las provincias vascongadas». Para mí, que este vive en Marte o en la piña de Bob Esponja.

Después de citar, uno por uno, a los magistrados que firmaron la legalización de Bildu, Ussia entra en materia: «Quizá les interese conocer a Carlos García, que ocupa un lugar de honor en las páginas heroicas de nuestra convivencia. Carlos García era concejal del Partido Popular en Bilbao. Se presentó en Elorrio, una localidad vizcaina gobernada por ANV hasta el pasado 22 de marzo. Pagó de su bolsillo la campaña electoral, sobreactuada de insultos y amenazas. Quizá les interese a esos seis lamentables personajes saber que los apoderados de `Bildu' mostraban en los colegios electorales fotografías de terroristas etarras estampadas en sus camisetas. Carlos García, con tesón y valentía ha conseguido un acta de concejal de Elorrio». Y yo pienso que habrá obtenido ese acta sin tesón ni nada, sólo -que es lo importante- porque le habrán votado.

Con aire de oráculo, Ussía desnuda sus deseos íntimos: «Las serpientes han matado a mil inocentes y volverán a hacerlo cuando les llegue el dinero de los municipios y las diputaciones. De ser justos, que no lo son, los seis magistrados del Tribunal Constitucional que han abierto las cajas de las víboras enroscadas en el hacha, harían bien en prescindir cada uno de un escolta y encomendarles la seguridad de Carlos García» ya que, explica, su héroe «necesitará esos seis escoltas como mínimo para poder desarrollar la labor que sus votantes le han encomendado».

Pero como el argumento no parece especialmente razonable, Ussía empieza a mentir: «los votantes del PP y del PSE en muchas localidades vascas no podían elegir libremente su papeleta en el colegio electoral, y tenían que llevarla desde su casa». Definitivamente, Ussía no estuvo aquí.

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