Raimundo Fitero
La voz y el hombre
La muerte de Jordi Dauder ha concitado una sentida y comprensible unanimidad más allá de los obituarios sentimentales de urgencia: se ha ido un gran hombre de cultura, un luchador cultural que nunca renunció a sus ideas de izquierda. Para los que no hayan visto la televisión pública catalana, o no conozcan las obras del teatro catalán de los años ochenta, su figura se irá reduciendo a una voz fantástica que se colocaba sobre la gestualidad de actores como Rod Steiger, Gregory Peck, Nick Nolte, entre otros muchas, además de atronar en personajes de películas como «Star wars» o «Gladiators» o en unos cientos de anuncios. Era una voz modulada, cálida, que sonaba con la misma precisión en catalán, castellano o francés, porque entre otras facultades era políglota, por necesidades de su exilio político, y por vocación humanista.
En televisión tuvo un éxito rotundo en una de la series más vistas en la televisión catalana, «Nigassa de Poder», donde daba vida al patriarca de una dinastía de bodegueros de cava y que fue lo que le instauró en un olimpo de actores reconocibles, admirados, populares. Fue cuando para muchos su voz tuvo una cara propia y no las superpuestas por el doblaje. En la televisión de difusión estatal, lo vimos con papeles de diferente importancia en series como «El Comisario», «Herederos», y con papeles episódicos en multitud de otras series, que compaginaba con papeles secundarios en películas de bastante buen gusto, es decir, podía elegir, o siempre se movió en los ambientes de dignificación de su profesión. Recibió un Goya hace dos años cuando ya estaba herido por el cáncer.
Pero esa voz, era la expresión de un hombre que escribía poesía, novelas, que participaba en todos los movimientos sociales y profesionales que le convirtieron en una referencia dentro de su gremio, especialmente porque participó en las producciones de teatro más comprometido, con los autores más jóvenes y emergentes, lo que se debe interpretar como una actitud política, una manera de expresar su coherencia, la forma de equilibrar sus ideas y su actitud vital y profesional. Ha muerto respetado y deja un gran ejemplo y una amplia obra.