(...) Los magistrados de la Audiencia Nacional acusan a Otegi de reorganizar a la ilegalizada Batasuna «siguiendo instrucciones» de ETA y lo condenan por ser un «dirigente» de la banda armada. Es una pena que en la sentencia no aclaren mejor esa relación: si formaba parte de la cúpula etarra, ¿no sería más lógico que diera instrucciones en vez de recibirlas? La única respuesta posible la ofrece la teoría de que «todo es ETA» en la izquierda abertzale, algo cada día más difícil de sostener.

La ley está para cumplirla, faltaría más, pero también es evidente que las sentencias (y las propias leyes) se dictan en un contexto social determinado. Por poner un ejemplo: la Ley de Amnistía de 1977, que liberó a demócratas encarcelados y exculpó a miles de criminales franquistas, sólo se puede entender en el contexto de la Transición (...).

La lectura política es mucho más fácil de realizar: si la izquierda abertzale cumple su promesa de que ninguna «sentencia» la desviará del «camino emprendido» (es decir, de su apuesta en exclusiva por las vías políticas), la sentencia de ayer contribuirá a otro excelente resultado de Bildu el próximo 20-N. Por la sencilla razón de que casi nadie en Euskadi se cree en estos momentos que Otegi sea dirigente de ETA.