Arcadi Oliveres es, desde 1993, profesor titular del departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona. Compagina su actividad académica con una intensa participación en numerosos movimientos sociales y con comparecencias públicas en las que expone con toda crudeza sus opiniones.

Oliveres, muy crítico con la actual arquitectura europea, atendió a GARA para analizar la situación coincidiendo con la celebración de la cumbre de Bruselas-

La cumbre de Bruselas se envolvió de un gran halo de trascendencia y épica, bajo el lema de la salvación del euro. ¿Cómo de mal están las cosas?

Jacques Delors, uno de los impulsores del euro, ha dicho que en su día no se cumplieron los requisitos de homogeneización presupuestaria, salarial, de déficits, ni muchas de las condiciones requeridas para establecer la moneda única.

Y claro, ¿ahora qué hacen? Pues dicen que tiene que haber homogeneización tributaria o un rescate a base de eurobonos que servirá para cuatro días. Todo está lo suficientemente mal como para que haya llegado la hora de acabar con el euro.

Se habla también de una Europa de dos velocidades...

Yo creo que acabar con el euro sería lo óptimo, lo que pasa es que entiendo que de golpe sería difícil, así que establecer un euro de primera velocidad y otro de segunda es la única posibilidad de salvar la moneda única.

Tendría consecuencias negativas, porque no es fácil que estos países que están en rescate puedan hacer frente a una deuda establecida en unos euros que probablemente les saldrán todavía más caros, pero por otra parte, nos ahorraremos los rescates, podremos devaluar y yo creo que se podrán hacer las cosas un poco mejor.

Se vende la idea de que eso sería una hecatombe para la economía....

Sería la hecatombe para aquellos que se han enriquecido con el euro. Por ejemplo, ahora mismo no podemos devaluar la moneda única, lo que te deja dos opciones para ser competitivo: la tecnología, caso que no es el nuestro, o la reducción de los salarios, que es lo que se está dando y es lo que hace que China o Marruecos sean competitivos. Por lo tanto, es evidente que la eliminación del euro no sería ninguna catástrofe más que para los amos del capital.

¿Qué hay de crisis y qué hay de estafa?

Las dos van mezcladas, pero ha habido muchísima estafa. Entre otros, han estafado los grandes especuladores financieros, a menudo acompañados por los dictámenes de estas agencias de calificación vinculadas a los especuladores y que nunca tenían que haber sido privadas ni ser obedecidas.

También han estafado las grandes empresas y fortunas, evadiendo impuestos; como lo han hecho también las compañías transnacionales a través de la explotación de trabajadores en los países más débiles y de sus recursos naturales. Y claro, entre tanta estafa, se ha llegado al punto en el que hay, por descontado, una buena parte de desestabilización económica real.

En «La Doctrina del Shock», Naomi Klein habla de cómo los poderes económico-financieros aprovechan, o incluso crean, estados de miedo y pánico en la sociedad para imponer, como necesarias, medidas que de otra manera serían inadmisibles. ¿Estamos ante un ejemplo de la tesis de Klein?

Completamente. Se han creado las circunstancias para que esto ocurra.

Con cuatro años de mayoría absoluta del PP, ¿qué se nos viene encima?

Aquí en Catalunya hemos sido la avanzadilla de lo que vendrá ahora en el Estado, pero yo, que soy excesivamente optimista, creo que el PP no acabará la legislatura, porque harán tal cantidad de barbaridades que la población se rebelará.

Pero además, quizás es más un deseo que una realidad, como estamos situados en un contexto internacional que también va de mal en peor, creo que al final hará falta que las cosas cambien de verdad.

En este sentido, las crisis a veces son oportunidades y esta debería ser una gran oportunidad. Y si no lo vemos de esta manera, lo acabaremos viendo obligados por las propias dinámicas de insostenibilidad del planeta.

Quizás no quieren cambiar el sistema motu proprio, pero el día que no tengan petróleo, que no tengan agua para beber y que el aire sea irrespirable, ese día quizás se lo piensan de verdad. Y tengo la impresión de que no falta demasiado para que llegue ese día.