Llueve sobre mojado con las alarmas
La alarma creada -o recreada- sobre el temporal reclama una reflexión en torno a ciertas actitudes institucionales y, mucho más aún, mediáticas. Evidentemente, de las instituciones se espera un sistema de alertas efectivo y un despliegue de seguridad que evite daños humanos y, en la medida de lo posible, también económicos. Se trata una labor que han realizado con nota alta en esta ocasión, como ha quedado acreditado en general. Pero a partir de ahí, lo esperable es que se actúe con prudencia, la misma que se reclama a la ciudadanía. A modo de detalle, un par de anécdotas: uno de los responsables de Lakua venía a argumentar días anteriores que el grado de alerta estaba elevado artificialmente en cierta medida porque el temporal era el primero de este otoño-invierno y quizás muchos barcos estarían aún sin amarrar, y en las últimas semanas han sido constantes los avisos de alertas por heladas sin que se hayan producido temperaturas exageradamente bajas. Con todo, la mayor responsabilidad en esta alarma inducida -en ocasiones rayana en la histeria- es achacable a buena parte de los medios de difusión, que parecen haber encontrado un filón de audiencia explotando exageradamente esta cuestión, que al mismo tiempo contribuye además a dejar en segundo plano otras cuestiones de más importancia social.